HITLER EN PUERTO LA CRUZ

Pura Paja®
Eran las 6 de la mañana y Luis miró en el cielo a los zamuros planeando a sus anchas por el cielo azul, eran trazos negros que daban círculos sobre el muelle y su presencia le incomodó: no eran bichos de buena suerte. Ese día, sentia, no era igual a otro, tenía un no sé de que que una vaina pasaria.
El muelle era un bastión natural rodeado por cerros cuajados de cactus y cujies, árido y seco, y al muelle con su mar la cerraban las cuatro islas e islotes que la rodeaban en círculo que aparecían al incauto aquí y allá cuando las olas permitían que se azomaran en su ir y venir, y amenazaban con sus puntas rocosas y afiladas cualquier intento de agresión de submarinos o lo que fuera.
El mar dejaba caer su suave bruma salitrosa, y es lo que más admiraba Luis: respirar el aire húmedo con sabor a sal, y la sal con su sol y su mar le hacían olvidar las cavernas de las minas de El Callao.
Apagó el aún humeante tabaco con la planta de la alpargata al ver a Mr.Danger llegar, un Jeep se estacionó.
Del lado derecho del muelle, la sombra barruntaba las baterias y cañones que los gringos habían acantonado en un hueco del cerro, unos sacos de arena reforzaron el lugar, y en donde unos marines de uniforme kaki, incautos hidalgos texanos, en polainas y cuchillo en astillero y adarga antigua, se fumaban unos cigarros Camel sin filtro, uno tras otro para matar el tedio del no hacer nada, y descuidadamente conversaban sobre la noche pasada y lo bien que lo pasaron en el Zanzibar: el burdel más célebre del pueblo; servían cerveza Samuel Adams para los gringos y tragos de ron para los vecinos y preferiblemente lavagallo para el limpio.
La Antorcha, el periódico de El Tigre, a pesar de tener varios dias doblado en el bolsillo trasero de Luis, además de servir para matar zancudos y para abanicarse, traía la noticia vieja y sonaba asi:
" El mes pasado los submarinos alemanes habían hundido unos barcos petroleros frente a Curazao y se temía que repitieran y, esta vez, atacaran a Guaraguao, el muelle petrolero de Puerto la Cruz, y se destacó un puñado de marines acurrucados en los cerros y más allá en el Chaure para cuidar la vaina."
La noticia que llegó del hundimiento de los barcos tenía al pueblo en alarma y la zosobra recorría el pueblo temerosos de una invasión alemana y las evidentes represalias que habían de esperarse. Ya conocían por la propaganda maliciosa gringa de lo que eran capaz los alemanes: comían carne cruda acompañados de coles y hierbas, jarras de sangre tomaban para matar la sed, a los niños los torturaban y a la viejas les quitaban el moño, y a los hombres los ponían a trabajar sin paga y muchas cosas más.
¿ Por dónde llegaran los condenados alemanes? Era la pregunta que se hacían todos en el mercado, en el Guichere, donde llegaban los pescadores y los arrieros con la cosecha de conuqueros de Vidoño, y entre ñames y ocumos por un lado y el plateado de las lamparosas, la vieja Licha murmuró para que todos la escucharán: -<< Vendrán de día, a pleno sol, y le cortaran la garganta a todos los margariteños y bichos feos que consigan en la playa y, luego, se llevarán a los carajitos para la guerra. Van a incendiar a Guaraguo- sentenció- , son unos mandingas esos alemanes. Dios nos cuide. Que vaina.>>
<<¡ Que va!>>: riposto Eloy, el hijo del boticario, y a cuenta de bachiller los amenazó:-<< Van a llegar de noche, cuando estén dormidos y roncando, no ven que los alemanes miden 3 metros y tienen los ojos verdes y desde arriba ven hasta en lo oscuro mejor que en lo claro.¿ Como creen que estan ganando la guerra? Son más arrechos que los franceses e ingleses juntos, más arrechos que cualquiera aquí. Acomoden ese rabo..>>, advirtio.
<<¡Más arrecho que yo nadie! >>, se escuchó tronar; todos se miraron y reconocieron la voz que emergía de Chapita, que desde abajo, a ras del suelo, montado en la carretilla hecha de cuatro palos, que hacía de piernas; inquietado por su seguridad se arrimó al canasto de topochos y platanos, ripostando: - << ¡ Tu como que eres pendejo Eloy!. No ves que ya tenemos a los americanos en Guaraguao y armados con plomo y granadas. Además, no ves como comen esos bichos de carne pa' arriba y to'lo que tenga pelo. Si seguimos así vamos a llenar de catiritos la playa. Mucha puta suelta.
Del lado derecho del muelle, la sombra barruntaba las baterias y cañones que los gringos habían acantonado en un hueco del cerro, unos sacos de arena reforzaron el lugar, y en donde unos marines de uniforme kaki, incautos hidalgos texanos, en polainas y cuchillo en astillero y adarga antigua, se fumaban unos cigarros Camel sin filtro, uno tras otro para matar el tedio del no hacer nada, y descuidadamente conversaban sobre la noche pasada y lo bien que lo pasaron en el Zanzibar: el burdel más célebre del pueblo; servían cerveza Samuel Adams para los gringos y tragos de ron para los vecinos y preferiblemente lavagallo para el limpio.
La Antorcha, el periódico de El Tigre, a pesar de tener varios dias doblado en el bolsillo trasero de Luis, además de servir para matar zancudos y para abanicarse, traía la noticia vieja y sonaba asi:
" El mes pasado los submarinos alemanes habían hundido unos barcos petroleros frente a Curazao y se temía que repitieran y, esta vez, atacaran a Guaraguao, el muelle petrolero de Puerto la Cruz, y se destacó un puñado de marines acurrucados en los cerros y más allá en el Chaure para cuidar la vaina."
La noticia que llegó del hundimiento de los barcos tenía al pueblo en alarma y la zosobra recorría el pueblo temerosos de una invasión alemana y las evidentes represalias que habían de esperarse. Ya conocían por la propaganda maliciosa gringa de lo que eran capaz los alemanes: comían carne cruda acompañados de coles y hierbas, jarras de sangre tomaban para matar la sed, a los niños los torturaban y a la viejas les quitaban el moño, y a los hombres los ponían a trabajar sin paga y muchas cosas más.
¿ Por dónde llegaran los condenados alemanes? Era la pregunta que se hacían todos en el mercado, en el Guichere, donde llegaban los pescadores y los arrieros con la cosecha de conuqueros de Vidoño, y entre ñames y ocumos por un lado y el plateado de las lamparosas, la vieja Licha murmuró para que todos la escucharán: -<< Vendrán de día, a pleno sol, y le cortaran la garganta a todos los margariteños y bichos feos que consigan en la playa y, luego, se llevarán a los carajitos para la guerra. Van a incendiar a Guaraguo- sentenció- , son unos mandingas esos alemanes. Dios nos cuide. Que vaina.>>
<<¡ Que va!>>: riposto Eloy, el hijo del boticario, y a cuenta de bachiller los amenazó:-<< Van a llegar de noche, cuando estén dormidos y roncando, no ven que los alemanes miden 3 metros y tienen los ojos verdes y desde arriba ven hasta en lo oscuro mejor que en lo claro.¿ Como creen que estan ganando la guerra? Son más arrechos que los franceses e ingleses juntos, más arrechos que cualquiera aquí. Acomoden ese rabo..>>, advirtio.
<<¡Más arrecho que yo nadie! >>, se escuchó tronar; todos se miraron y reconocieron la voz que emergía de Chapita, que desde abajo, a ras del suelo, montado en la carretilla hecha de cuatro palos, que hacía de piernas; inquietado por su seguridad se arrimó al canasto de topochos y platanos, ripostando: - << ¡ Tu como que eres pendejo Eloy!. No ves que ya tenemos a los americanos en Guaraguao y armados con plomo y granadas. Además, no ves como comen esos bichos de carne pa' arriba y to'lo que tenga pelo. Si seguimos así vamos a llenar de catiritos la playa. Mucha puta suelta.
¡ Hay que hacer algo!.>>
Perucho, el dependiente que vende anzuelos y mecates de la casa Boada, insistió:- <<Yo creo que vendrán por la playa, vendrán con la cara cochina de grasa y humo y buscarán comerse los jureles y las cunas con topocho, después se bañaran en el mar y descansarán y cuando vean esta vaina, ¡que va! , lo bueno que la pasamos aqui: esos no se devuelven mas nunca a Berlín, ni pendejos que sean.>>
Machalengo, el filósofo o loco - que más da- de aquel pueblo, ya su nombre era preludio de conflicto y hostigamiento al que le escuchara, distante y pensativo hasta ese momento, y encaramado en una horqueta de un árbol, conocido por ahí como Clemont, tomó la palabra gritando y los insultó : << ¡ hijos de puta! , vayan a trabajar, todo el día sin hacer nada y hablando paja. ¡ Coñoe'madres !. >>. Y, abriendo los botones de su bragueta ...lo sacó y los meo en la cabeza.
El primer chorro fue para Eloy, luego mojó al ocumo y al ñame con miau; Licha se puso de espaldas y evitó que le mearan las lamparosas del almuerzo. Perucho, cuando alcanze a verlo ya estaba secándose la cara con un trapo el miao caliente de Machalengo; estaba arrecho y gritaba que nunca nadie lo habían meado antes: juraba vengarse con un palo de almendron que consiguió entre la arena y conchas de caracol . Todos estaban indignados y entre todos se agarraron al tronco del clemont y lo estremecieron y tanto mecieron a la mata que Machalengo perdió el equilibrio y cayó largo y tendido como un plátano en la arena.
Con Machalengo en el piso y la gente furiosa formando peo y dándose coñazos....me viene al muelle otra vez.
JAMON FERRIS.
Ya el vapor Saint Louis habia descargado lo que llevaba y todo estaba a la orilla del muelle amontonado. Más allá estaban parados los camiones listos y preparados para llevarse los sacos de jamón Ferris, las latas de carne Meat, cajas de leche en polvo Klim, sacos de harina de trigo, cajas de cerveza y whisky, cigarrillos Camel y Winston , paquetes de galletas y toda suerte de bastimento que se enviaba a la tropa de marines y a los comisariatos de San Tomé y campo Norte en Anaco. Los estibadores y sus capataces estaban hecho un nervio, temblaban y corrían despavoridos cada vez que sonaban la alarma, que aulaba cada vez que veían una vaina rara en la mar serena: aquel ruido que parecía que anunciaba un ataque alemán: les hacía perder el control; se veían ellos entre bombas y tiros de plomo cruzado cayendo en zanjas, y ya no sabían que cargar para SanTome o para Anaco, las carretillas rodaban y con ellos el jamón jamón Ferris y el saco de esto y lo otro. Un despelote.
Ese era el momento que Luis y Mario, y también Miguel , el chófer de Luis y Miguel de ayudante, esperaban para que justo con el alboroto empezar a cargar un camión furtivo y el otro - y más el otro - en sucesivos bojotes de jamones y cosas que con destino a la Carretera Negra, suerte de via de tierra virgen regada con un pegoste de petróleo, que pasaba lateral al pueblo y los llevaba a los campos de petróleo, y donde entre unos cujies y almendros pasando un barrial, resguardada de curiosos, después de la quebrada de Chuparin y tomando la trocha a mano izquierda y se tropezaban con la casa de bahareque que hacía de depósito de aquel negocio divino y petrolero.
EL U-BOOT 530
Perucho, el dependiente que vende anzuelos y mecates de la casa Boada, insistió:- <<Yo creo que vendrán por la playa, vendrán con la cara cochina de grasa y humo y buscarán comerse los jureles y las cunas con topocho, después se bañaran en el mar y descansarán y cuando vean esta vaina, ¡que va! , lo bueno que la pasamos aqui: esos no se devuelven mas nunca a Berlín, ni pendejos que sean.>>
Machalengo, el filósofo o loco - que más da- de aquel pueblo, ya su nombre era preludio de conflicto y hostigamiento al que le escuchara, distante y pensativo hasta ese momento, y encaramado en una horqueta de un árbol, conocido por ahí como Clemont, tomó la palabra gritando y los insultó : << ¡ hijos de puta! , vayan a trabajar, todo el día sin hacer nada y hablando paja. ¡ Coñoe'madres !. >>. Y, abriendo los botones de su bragueta ...lo sacó y los meo en la cabeza.
El primer chorro fue para Eloy, luego mojó al ocumo y al ñame con miau; Licha se puso de espaldas y evitó que le mearan las lamparosas del almuerzo. Perucho, cuando alcanze a verlo ya estaba secándose la cara con un trapo el miao caliente de Machalengo; estaba arrecho y gritaba que nunca nadie lo habían meado antes: juraba vengarse con un palo de almendron que consiguió entre la arena y conchas de caracol . Todos estaban indignados y entre todos se agarraron al tronco del clemont y lo estremecieron y tanto mecieron a la mata que Machalengo perdió el equilibrio y cayó largo y tendido como un plátano en la arena.
Con Machalengo en el piso y la gente furiosa formando peo y dándose coñazos....me viene al muelle otra vez.
JAMON FERRIS.
Ya el vapor Saint Louis habia descargado lo que llevaba y todo estaba a la orilla del muelle amontonado. Más allá estaban parados los camiones listos y preparados para llevarse los sacos de jamón Ferris, las latas de carne Meat, cajas de leche en polvo Klim, sacos de harina de trigo, cajas de cerveza y whisky, cigarrillos Camel y Winston , paquetes de galletas y toda suerte de bastimento que se enviaba a la tropa de marines y a los comisariatos de San Tomé y campo Norte en Anaco. Los estibadores y sus capataces estaban hecho un nervio, temblaban y corrían despavoridos cada vez que sonaban la alarma, que aulaba cada vez que veían una vaina rara en la mar serena: aquel ruido que parecía que anunciaba un ataque alemán: les hacía perder el control; se veían ellos entre bombas y tiros de plomo cruzado cayendo en zanjas, y ya no sabían que cargar para SanTome o para Anaco, las carretillas rodaban y con ellos el jamón jamón Ferris y el saco de esto y lo otro. Un despelote.
Ese era el momento que Luis y Mario, y también Miguel , el chófer de Luis y Miguel de ayudante, esperaban para que justo con el alboroto empezar a cargar un camión furtivo y el otro - y más el otro - en sucesivos bojotes de jamones y cosas que con destino a la Carretera Negra, suerte de via de tierra virgen regada con un pegoste de petróleo, que pasaba lateral al pueblo y los llevaba a los campos de petróleo, y donde entre unos cujies y almendros pasando un barrial, resguardada de curiosos, después de la quebrada de Chuparin y tomando la trocha a mano izquierda y se tropezaban con la casa de bahareque que hacía de depósito de aquel negocio divino y petrolero.
EL U-BOOT 530
Todavía no sabían que harían con Machalengo, si le amarraban una piedra al pescuezo y lo tiraban al mar o le daban una paliza pues nunca nadie se había meado sobre los ñames: hasta tal extremo estaba la gente del mercado indignada. En eso estaban. Fue cuando la algarabía y la gritería de los muchachos que sacaban chipi-chipi en la arena de la playa acabó con aquel linchamiento. Quedaron boquiabiertos.
Estaban atónitos pues justo allí delante de ellos, en su playa, estaba emergiendo un cuerpo negro, entre negro y azul oscuro, y parecía ser lo que estaban viendo: ¿ La nariz de un submarino? Ese día Puerto La Cruz nunca lo olvidaría. El submarino U-530 de la Kriegsmarine, comandada por el capitán Kurt Lange, y sus 56 marineros, llegó a esas playas rodeadas de cocoteros y Clemonts. Primero se acerco una balsa con el capitán Lange, pistola Luger al cinto, acompañado de 5 marineros, cada cual armado con su fusil Mauser Karabiner 98 Kurz, y la vistosa bandera ondeando al Caribe de la Kriegsmarine, centrada con su esvástica, y las sonrisas forzadas de amigos en la cara.
Al primer saludo que recibió la gente fue a parar a manos de Eloy, el bachiller e hijo del boticario, y era evidente pues era el único que usaba zapatos con medias y más o menos arregladito que supuso del comandante Lange que se trataba del representante del pueblo o al menos el importante; caminando a la orilla de la playa fue cuando Eloy sintió que se le mojaba el pie y el ruedo del pantalón y no supo que decir al no entender ni papa al saludo nazi:
-<< ¡ Heil Hitler !. "Wir kommen in Frieden und brauchen Wasser und Lebensmitteln."
>> : - Trono la voz del comandante en el Caribe y frente a la isla de la Borracha.
Eloy atino solo a decir, después de asentir con la cabeza , y más cagado que palo de gallinero :
- << ¡¡ Llamen a Panayotis.!!>>
Se asumía que Panayotis, hombre de letras más que ninguno de por allí, podría entender aquella jerga gutural: machacaba latín, griego y se entendía en francés. Panayotis era un emigrante venido de la lejana Grecia, un desterrado sin tierra que había hecho su Paraiso terrenal allí; comerciante de telas por corte y marchante a sus comienzos hasta que montó su tienda frente a la plaza donde la gente recogía agua, la Laja. Panayotis venía del desmembrado imperio turco y desde una ciudad de asentamiento sefardita y multilingue como Esmirna, hoy turca en las costas del mar Jonico y , si, donde nació la filosofía occidental . Para la gente de allí era el Turco Panayotis.
De cara angular y nariz de águila y ojos hundidos detrás de las cejas, enjuto y más bien flaco, la ropa le era más bien holgada: encajaba perfectamente en la sombra del semita, del judío. Era un sefardita.
Al verse los dos. Se midieron.Cada quien vio lo que tenía que ver y el mundo decidio. El teutón y el sefardita: encajaron de inmediato.Mediaron en alemán las primeras frases de saludo y los negocios vinieron en francés. El teutón necesitaba avituallamiento y el Turco era el intermediario.
Y es así como Eloy, Licha, Picha, Perucho y los Boada y todo el pueblo incluyendo a los que cantaban galerones y fulias, Panayotis canto también, se convirtieron en anfitriones del U-Boot 530, que con sus casi 80 metros de eslora y 1250 toneladas y tripulación de 50 hombres eran huéspedes de la playa y su gente: como pudieron sacaron las mesas, las silletas de cuero, taburetes y aparecieron las putas del Zanzibar con sus cervezas y rones, después el sancocho de jurel con aji dulce tropezado con ñames y ocumos de Vidoño. Y, los cogio la tarde y amaneció en fiesta. Nunca antes se había festejado a un enemigo con tanto ánimo.
Desde ese día en Puerto La Cruz no hay enemigos y solo amigos de paso que si quieren se quedan. La gente se dejó de vainas y los prejuicios al carajo, dicho por Panayotis.
EL NEGOCIO.
El Turco que conocía bien los movimientos comerciales de aquel pueblo y como pudo, agarró su bicicleta y rodo entre barriales y fango, se fue a la Carretera Negra llena de pegoste petrolero y se acercó a Luis y le contó lo que estaba pasando. Que los teutones pagarían por los jamones americanos, que por la leche yankee también, por los cigarros - igual- y que cargaban como pagar: en dólares: De los buenos y bien hechos pues se habían imprimido bajo la Operacion Bernhard, que imprimía con calidad alemana monedas británicas y dólares en los campos de concentracion de Matthausen: millones de dólares y libras se usaron para labores de inteligencia, incluido la liberación de Mussolini, y esos gastos menores como la de comprar vituallas de Vidoño y gallinas, incluyendo los servicios sexuales del Zansibar, en Puerto La Cruz. El genio detrás de todo esto,¿ lo adivinan?, era un artista, impresor y tipógrafo, de origen judío un tal Adolf Burger, recluso y sobreviviente de los campos de concentracion. Pero eso es otra historia.
De Luis me cuentan que nunca supo si los dólares eran malos o buenos y que monto su bodega en la calle La Línea y manejo su negocio siempre recordando al U-Boot 530.
De la gente del Puerto de la Cruz todos quedaron en secreta cofradía y nadie lo menciona allá y si le preguntan dirán que es embuste; hasta hoy es un secreto que espero sepan guardar.
Del U-Boot 530 sabemos que se rindió en Argentina, en la bella bahía del Mar del Plata, un 10 de Julio de 1945: y, eso, 2 meses después de la capitulación incondicional de Alemania. La tripulación fue transferida a USA y liberada en 1947.
EL NEGOCIO.
El Turco que conocía bien los movimientos comerciales de aquel pueblo y como pudo, agarró su bicicleta y rodo entre barriales y fango, se fue a la Carretera Negra llena de pegoste petrolero y se acercó a Luis y le contó lo que estaba pasando. Que los teutones pagarían por los jamones americanos, que por la leche yankee también, por los cigarros - igual- y que cargaban como pagar: en dólares: De los buenos y bien hechos pues se habían imprimido bajo la Operacion Bernhard, que imprimía con calidad alemana monedas británicas y dólares en los campos de concentracion de Matthausen: millones de dólares y libras se usaron para labores de inteligencia, incluido la liberación de Mussolini, y esos gastos menores como la de comprar vituallas de Vidoño y gallinas, incluyendo los servicios sexuales del Zansibar, en Puerto La Cruz. El genio detrás de todo esto,¿ lo adivinan?, era un artista, impresor y tipógrafo, de origen judío un tal Adolf Burger, recluso y sobreviviente de los campos de concentracion. Pero eso es otra historia.
De Luis me cuentan que nunca supo si los dólares eran malos o buenos y que monto su bodega en la calle La Línea y manejo su negocio siempre recordando al U-Boot 530.
De la gente del Puerto de la Cruz todos quedaron en secreta cofradía y nadie lo menciona allá y si le preguntan dirán que es embuste; hasta hoy es un secreto que espero sepan guardar.
Del U-Boot 530 sabemos que se rindió en Argentina, en la bella bahía del Mar del Plata, un 10 de Julio de 1945: y, eso, 2 meses después de la capitulación incondicional de Alemania. La tripulación fue transferida a USA y liberada en 1947.
Se dice que en ese viaje por el Caribe transportaba a altos jerarcas del régimen nazi, y, más allá, que llevaba al Führer para formar un gobierno nazi en el exilio; se imaginan a Herr Hitler, con su pistola Walther al cinto, y comiendo empanadas de cazón a la sombra de un cocotero acompañado de nuestro Luis con un tabaco en la mano y la pistola Luger del comandante en el bolsillo. El U -530 terminó hundido en último sacrificio de la rendición alemana de la segunda Guerra Mundial como objetivo de pruebas militares gringas con un torpedo acústico.
Me cuentan, dicen, que parte de la tripulación del U-Boot 530 regresó a aquellas playas y formaron familias juntandose con los anfitriones: hoy cantan galerones.
Y, yo , aún guardo la pistola Luger del comandante Lange, como recuerdo de este cuento, en alguna gaveta de mi memoria.
Pura Paja®
Pura Paja me sorprende por su creatividad, sea de los personajes, bien como la fantasía que define cada situación en particular en el ámbito político, cultural ( muy Venezolano), que nos hace deambular entre personajes y su entorno! De fácil e agradable llectura con sus momentos tristes otros que nos hace reír y juntarnos a ellos.
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