Sisifo, visita PuraPaja
SISIFO, POR AHI *
Garcia Rodríguez estaba ese día, como todos los días, en su oficina ocupada, cómo estaba, de un gran escritorio y ese día el escritorio estaba más grande y los que hacían cola para entrar se dieron cuenta qué ése día, cómo todos los días, el escritorio estaba aún más grande. No levantaba la cabeza del papelito que apenas podía leer por lo arrugado y ajado que estaba por el uso de sacar cuentas del guano: un palimpesto de cuentas viejas que eran sacudidas por otras nuevas.
La administración de todas las cuentas de guano le daba infinito quehacer.Habia podido disponer de cuantas fuerzas auxiliares hubiese querido, y, en efecto tenía muchas, pero como tomaba muy en serio su empleo, verificaba nuevamente todas las cuentas, y así las fuerzas auxiliares le servían de muy poco. No puede decirse que el trabajo le resultase placentero, y en verdad lo realizaba porqué únicamente le había sido impuesto por los designios del Absurdo Manifiesto emanados por el Claustro: era él, más nadie.Además nunca dejaría que nadie más hiciera lo que él hace pues era para él su confesión de vida y no sabría que otra cosa hacer.
Se había ocupado, sí y muchas veces, en trabajos más alegres, como él mismo decía, pero cada vez que recibía proposiciones del Claustro, revelábase siempre qué, sin embargo, nada le gustaba más que llevar todas las cuentas del guano y así tener absoluto control de todo el guano del mundo.
Además, resultaba muy difícil hallar otra tarea para él. Era imposible asignarle una determinada tarea; prescindiendo de que aquí el trabajo de sumar o restar, anotar, no era menor en cantidad, sino en calidad; el gran Garcia Rodríguez no podría ser designado a otro trabajo que no comportara poder. Y, cuidado, se le ofreciera un empleo fuera del guano, esa sola idea le provocaba malestar, se alteraba su divino aliento y su férreo torso se erigía oscilante sobre el escritorio. Ese dia, se podía ver, el escritorio se hacia chico y los de la cola furtivamente se esfumaban en un flato como si nunca hubieran sido más que éso imágenes de espejos que desfilaban y se marchaban.
Por lo demás sus quejas nunca fueron escuchadas ni tomadas en serio: cuando un poderoso como Garcia Rodríguez se enoja, es preciso avenirse a él, aún en la más desprovista de todas las perspectivas: ser reflejo de la imagen de algún remoto espejo.
Nadie, nadie pensaba - ni por asomó - verdaderamente en separar a Garcia Rodríguez de su cargo, ya que desde los orígenes había sido destinado a ser Dios del guano y aquéllo no podía ser modificado.
Lo que más le irritaba era lo que aquéllos otros pensarán o se lo imaginarán - eso lo indisponia de tal manera que cambiaba de una Cuenta a la otra - como un Dios arbitrario que viajaba en eternidades de puro antojo y no lo otro: un trabajo duro que solo podía llevarse con disciplina y tenacidad.
Entre tanto, estaba aquí, sentado frente al enorme escritorio, en las profundidades de su oficina sacando Cuentas ininterrumpidanente de todo el guano del mundo; lo único que lo sacaba de esa monotonía eran los viajes al Absurdo Manifiesto, viaje del que, por lo demás, regresaba furioso: el guano no parecía ser lo que debiera ser.
De ahí que apenas si habia visto las Cuentas, ello ocurría solo en sus fugitivas ascensiones al Claustro, y no las hubiera revisado jamás verdaderamente.
Gustaba decir qué con ello esperaba el fin del mundo, que entonces habría seguramente aún un momento de calma, durante el cuál, justo antes del fin, justo antes de revisar la última cuenta, podría hacer una rápida visita al Absurdo Manifiesto.
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"No hay más que un problema filosófico verdaderamente serio, y ese es el suicidio" Establece el filósofo y escritor ganador del premio Nobel de literatura, Albert Camus
Continúa SISIFO II, entrevista a Camus.
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NOTA:
«Los personajes y hechos retratados en Pura Paja® son completamente ficticios. Cualquier parecido con personas verdaderas, vivas o muertas, o con hechos reales es pura paja «.
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