EL MURO DE BERLIN
El muro de Berlín
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Muro de Berlín. |
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El Charlie Point del lado oriental. |
Diez años, después, aún imberbe y sin más razón alguna que conocer me encontraba en Charlie Point, el punto de control aliado controlado por los amis, como le decían a los soldados gringos en Alemania, tratando de cruzar a Berlin oriental. Rodeada de barricadas, apostada de tanques y de guardias pululando en sempinterna búsqueda de movimientos del otro; se pasaba de uno en uno delante de la caserna amis caminando sobre una larga acera de alto brocal flanqueada de tubos que hacían las veces de baranda para impedir la siempre sospechosa huida. Mostrabas el pasaporte y te daban un papel, cuál volante, con los detalles del motivo y la reseña de datos personales y, luego, la advertencia solapada de que se entraría a la cortina de hierro y para reingresar deberia mostrar el volante, y a falta de éste, so pena de pudrirte allí por tiempo indefinido y caer víctima de aquél aparato burocrático especializado en enredar las vainas llamado Stassi, algo así cómo la policía de la seguridad del estado. Caminabas en solitario en aquélla tierra de nadie --allí quedarón 300 alemanes baleados: traidores para unos y refugiados para otros tantos -- y en breves pasos melindrosos ya estabas frente a los guardias adustos y sobrios en la otra garita, contraparte de Charlie Point sobre la Friederichsstraße, rodeada de sacos de arena amontonados hasta la altura de un hombre y que hacian de barrera y defensa; infaltables alambres de púas serpenteaban señalando el camino y observado por soldados acompañados de hermosos perros Shäferhunde que retozaban bajo la sombra ondeante del tricolor rojo negro y oro con el escudo central alegórico de la DDR: de la unión entre los intelectuales, industriales y campesinos como se gustaba argumentar para aclarar; pasas dejando atrás par de tanques armados con munición pesada: estabas en Berlin Oriental, la guerra fría era más patente aquí que en cualquier otra parte del mundo. |
La diferencia era inmediatamente palpable en la calles y avenidas: de una parte vienes trepidante y bulliciosa, multicolor de luces de neón, avisos y gente que en su afán de ir y venir parecian hormigas; del otro la austeridad, silencio y la penumbra de edificios, las vitrinas, las que no estaban vacías, mostraban la misma moda triste de siempre y la poca diversidad de cosas que ofrecían: era lo elemental.
Gente, escasa, caminando con el mismo ritmo pues la prisa y la urgencia no merecían su voluntad.
Mi primera intención fue comprar alguna lectura con la manifiesta intención de comparar los puntos politicos, suponía yo que podría ser cosa facil conocer como se cuentan ellos a si mismo. La duda y el temor pronto opacaria mi intención:
-- ¿ acaso?. ¿No sería sospechoso?
Opté por cambiar un par de Marcos, orientales por supuesto, y lo primero que me tropiezo es con la imágen impresa de Karl Marx sobre los billetes. Me sentí honrado de guardar esos billetes en la chaqueta, Marx en el bolsillo: -- pensé distraídamente.
Me olvidé de comprar nada.
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Una escena de la instalación 'Der Sprung' (el salto), que recrea la huida a Berlín Oeste del guardia de la RDA Conrad Schumann el 15 de agosto de 1961, cuando empezaba a construirse el Muro de Berlín |
Ese dia, ya al final de la tarde en el regreso, festeje el descansó con una cerveza, tan buena allá como acá, pagada con billetes de Marx y terminando la tercera cerveza se me ocurrió un aforismo: " mientras se beba buena cerveza habrá esperanza "
Sería lo único que puede uno traer como souvenir, además de los contrastes en aquél mundo de cortina de hierro, la cerveza y un billete con la cara de Marx, que aún conservó en alguna caja de tabacos..
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Ein Prosit, ein Prosit der Gemütlichkeit |
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NOTA:
«Los personajes y hechos retratados en Pura Paja® son completamente ficticios. Cualquier parecido con personas verdaderas, vivas o muertas, o con hechos reales es pura paja «.
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