El CULO DE MIREYA
LA CALIPIGIA DE MIREYA
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EL CULO DE MIREYA |
Parte primera
MIREYA duerme plácidamente en su amplia alcoba en una cama de las grandísimas, de esa que aloja fácilmente a cuatro o más soñadores, bajo el techo de su espectacular penthouse ubicado en alguna parte del elegante sureste de Caracas y desde dónde se divisa en toda su majestuosidad el cerró Avila que domina la escena de la ciudad y al despuntar el sol pareciera que hubiera pasado la noche allí con Mireya, con sus nubes blancas y espeso verdor permanente, vigilante de su placidez .
A las doce del día, al escuchar la alarma clara y nítida del celular, se decide a abrir los ojos, no sin antes quejarse cerrando las manos y suspirar.
La habitación está perfectamente climatizada, no hay calor y más bien se siente el fresco del aire acondicionado que perfecciona la humedad y la temperatura. Las sábanas de algodón egipcio de color rosa claro junto con el cubrecama de seda -- y las alfombras mullidas de color beige, las cortinas y ventanas de cristal -- le convierten en un nido dónde el calor no penetra. Es todo perfumes, aromas y olores que recuerdan un Edén. Allí reina una eterna felicidad onirica..
Y, tan pronto cómo se desespereza y la flojera amaina, Mireya parece víctima de una súbita ansiedad. La angustia momentánea, un sobresalto y un mohin de desencanto, desaparece al llamar a Maigualida.
—¿A su orden, señora, en que puedo servirle? pregunta Maigualida con voz trémula.
—Díme, ¿ está haciendo calor afuera?
—¿El sol debe estar hirviendo?
! Caliente! :--pregunta y se contesta, a la vez, sin esperar respuesta de Maigualida.
La cachifa le ofrece las zapatillas, se las calza en los pies, y procede luego a cubrirla - sin tocarla y menos hablarle encima - con una bata transparente de lo más bella que acaba de sacar del Garderobe, como todos los días: Mireya parece una mariposa a punto de tomar vuelo para posarse sobre una rosa.
—¡Oh! no, señora Mireya, no hace calor. Al contrario, anoche cayó un palo de agua tremendo - en la madrugada - que los ranchos se han caído y la ciudad está inundada, Petare es un desastre. Las noticias vuelan: mi sobrino que estaba en Chacao me dice que la quebrada el Maizal desbordó la autopista y todo está trancado.Esta fresco pero con sol. Escuché que acaban de encontrar a un hombre ahogado en su carro. Pobre hombre, trabajaba de taxi, y parece que también venían unos niños que el agua se llevó
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QUEBRADA EL MAIZAL |
Mireya se deja llevar por una alegría infantil, ríe y empieza a tararear una canción de Juan Gabriel; se aplaude al pasar enfrente del enorme espejo, guarnecido con un marco dorado, que ocupa toda una pared y grita:
—¡Ah! ¡ del carajo ! Entonces está tarde iré al padél.
Parte segunda
Maigualida abrió las cortinas, suavemente, hasta la mitad para que la brusca claridad no hiera la delicada vista de la sofisticada Mireya.La ciudad entró con toda su grandeza y con ella el cerró Avila poblado de árboles y también las aviones de la Carlota, del cercano aeropuerto; a lo lejos la Cota Mil bordeando la montaña con luz alegre se metió en la alcoba, también.
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Cerró el Avila |
El cielo está blanco cargado de nubes, pero de nubes tan bonitas que a Mireya le recuerda las formas voluptuosas que tomaba el vestido ceñido que llevaba la víspera en el baile del ministerio. El vestido terminaba a media pierna, largas y esbeltas rematadas en unos tacones stiletto; y el único adorno que llevaba eran los anillos de esmeraldas, que ese día era más verdes que nunca, rematados con diamantes, que estrenaba ese día para complicidad de todos.Ese día llegó de madrugada, a las cuatro, y por eso tenía la cabeza pesada.
PARTE TRES
Una generación entera ha envejecido contemplando la calipigia de Mireya. Desdé que un poder omnímodo pero vigoroso otorgó a las damas como Mireya, en esté estado de cosas, escotarse y hacer vida en los salones oficiales.
Mireya ha paseado su calipigia -- que muestran unas nalgas gloriosas, redondas y firmes, como estatuas griegas -- y además todo su cuerpo es una venus, durante más de veinte y pico de años con resultados de un éxito rotundo.
Les cuento que la última vez logró negociar el canje de dos turistas gringos acusados de espías por aquélla autorización a una petrolera americana para seguir sacando petróleo, 6 meses más. Increíble lo que un culo puede, con un costo de una coqueta mirada y una mano inquieta.El departamento de estado gringo estaba complacido y Mireya se llevó unos reales, también, claro, junto con 3 camionetas Toyota. Pero el más contento fue Mister Greenspot.
Cómo lo hizo?
Claro.Algunos sacrificios hizo, nimiedades ni lo sé, pero lo cierto en éstos veinte y pico de años ha tenido que seguir la moda, subiendo y bajando el escote posterior o el anterior, subiendo y bajando hasta la garganta los trajes, las canillas subían y bajaban a gusto de la ceremonia oficial y de la diplomacia: de esta forma ha ido entregando pelo a pelo todo sus tesoros a la luz pública.
Mireya ha puesto su pudor en otra parte.
! Ha convertido su calipigia en una institución. !
Y, como ha combatido por el gobierno!.
Siempre en primera línea, multiplicándose para estar dónde fuere necesario: en el Palacio de Gobierno, en Ministerios, Embajadas, o en casa de millonarios o políticos opositores arrastrando a los indecisos con hábiles sonrisas, ostentando sus blancas nalgas de alabastro y cuándo fuere necesario dando un picón --- escondidos y deliciosos rinconcitos de su cuerpo -- que son más persuasivos que largas peroratas de argumentación.
! El culo de Mireya ha sido perseverante, ha triunfado y ha salido ileso !
PARTE CUATRO
Aquella tarde, Mireya, al salir de las atenciones de Maigualida se va al pádel. Es un estrella con su conjunto de traje deportivo blanco, remataba una bellísima gorra blanca que le sujetaba la blonda cabellera quimica y sus zapatos impolutos le permitían saltar entre las nubes vanidosas. Una gargantilla áurea le cubría hasta la clavícula que le daba a Mireya un elegante y sofiscado aire: "Mireya est une belle fille."
Las piernas lindas y esbeltas de contornos perfectos acaparan la mirada en la cancha.
Un éxito.
Hace un calor espantoso en la cancha, la brisa caliente le arde en la nariz y los labios secos reclaman un Gatorade. Mireya ríe plácidamente, extenuada por el esfuerzo, y se seca con la toalla una y otra vez. Vuelve a la cancha y disfruta del calor: se siente viva y a plenitud.Suda copiosamente y se seca una y otra vez.
Al volver a su magnífico penthouse, a la vuelta de una esquina, su chófer salpica con lodo y barro a una pobre mujer con un niño en brazos, azorada y menesterosa, llevando el sol pendejo, pasando trabajo.
-- Pobre mujer, alcanza a decir.
Y como su camioneta Toyota 4 x 4 va rauda y veloz, no consigue en su bolso dinero alguno en efectivo, no le da chance y le tira la toalla, blanca, aún húmeda, con su exclusivo sudor de pádel.
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A Émile Zola
Los personajes y hechos retratados en Pura Paja® son completamente ficticios. Cualquier parecido con personas , vivas o muertas, o con hechos reales es pura paja «.
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