MALA POSTURA
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O cómo es un día malo |
6.00 AM ⏰
Uno tiene ocurrencias que menospreciamos, pero mejor, y más que ocurrencias son subconscientes que nos delatan.
Así, Julián Segundo, se dio cuenta nada más al despertar ese lunes que había dormido plácidamente y descansado cómo un bebé pero su espíritu había tenido mala postura esa noche y ya Julián Segundo sabía que ése día era perdido y que estaba predipuesto a toda clase de fracasos.No lo dudo un instante pues conocía de antemano a su espíritu y sabía que atraería todo tipo de sucesos desagradables.
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San Mateo |
7.30 AM ⏰
Julián Segundo asumió el compromiso de comprar las medicinas que desde Cantaura le habían encargado para la mamá de José Manuel, su pana de carajito, y que padecía un cáncer agresivo con el recado que sí no le llegaba a tiempo estiraba la pata la vieja, así de sencillo.
El encargo de vida y muerte le fue encomendado el viernes -- ya tarde en una llamada desesperada más bien agónica con un " Dios te lo pague " cómo epílogo -- y la farmacia ya había cerrado y el sábado nada, también cerrado, y así en ascuas por la diligencia en ciernes pasó el sábado y domingo pendiente: aúnque durmió bien sintió el transido espíritu en el lomo cómo un pesado fardo, apenas si cabeceó un poco, y en los ojos se le marcó el semblante de la responsabilidad en forma de manchas debajo de los párpados.
Ese día, lunes, no se tomó ni el café de costumbre, se montó en su carrito Spark y arrancó con la prisa de primera hora a esperar que abrieran la farmacia, eran las 7 y media casi cuándo salió. No tardó nada y puntualmente a las 8 am abrió la farmacia sus puertas de vidrio: con el recipe en una mano cómo rezando una plegaria, y en la otra el corazón, se paró delante del mostrador de la farmacia de impoluta blanca formica ataviados de avisos de Atamel, ungüentos y jarabes: al primero que vió le dió el recipe, junto con informes y recetas y vainas escrita en ilegible garabato.
Un hombrecito circunspecto y seriesote, vistiendo una bata blanca a medio cerrar ocultando una franela del equipo Real Madrid, con cara de malograda profesión que hacía las veces de farmaceuta lo atendió:
por un momento sintió calambres en el estómago temeroso bajo la incertidumbre de no conseguir lo buscado: pero todo marchaba bien, hasta ahora, y fueron cargando la factura y al final vino el recuento: de ésto sí hay bastantes, de ésto otro me quedan 8 y le doy los seis, y ésto no lo hay y de lo otro quedan 2.... nada más.
El presupuesto picó los 1.200 dólares en cuatro vainas con nombres impronunciables en una jerga novedosa para Julián Segundo.
7.50 AM ⏰
Las llamadas caían en un vacío, no repicaba el teléfono de José Manuel para que hiciera el pago móvil; excusó a José Manuel pensando que tenía su celular en modo avión y luego que no tendría datos o en el saldo ...pero nada José Manuel no estaba ahí para pagar.
Al final se conformó y culpó por internet o al mismísimo Elon Musk.
Urgente, coño, necesito plata: que hago?
! que hago !
Son 1.200 dólares a la tasa de 80 Bsf por dólar da 96.000.
La cara del aprendiz de farmaceuta, montado sobre la caja, apremiaba el pagó.
Saco la cuenta entre bolívares disponibles en el Banco Mercantil y los pocos dólares que con reserva guardaba en su billetera para sus emergencias y pagó, y pagó en honor al compromiso del alto pana José Manuel, ahora ausente, y quien dejó de ser alto para degradar a irresponsable.
Ya sabía yo está vaina: -- mascullaba Julián Segundo al recordar que su espíritu había tenido mala postura ésa noche y que cualquier fatalidad le acontecerá hoy.
9.00 AM ⏰
Va a necesitar una cava porqué debe salir refrigerado de aquí:
-- sentenció el promiscuo farmaceuta.
La diminuta cava blanca de anime era la vida, o la muerte si se retrasaba, y con ella unos cuántos cubitos de hielos sobre los cuáles depósito su esperanza: debían de mantenerla fria hasta su destino final so pena de caducar el efecto terapéutico.
Colocó la diminuta cava blanca de anime atrás en el piso del asiento del Spark y la cobijó cuidadosamente con una toalla roida y manchada por el uso del tiempo y arrancó de una pisando el acelerador: raudo y veloz a buscar a María Teresa, pero a quién todos le dicen Maitere -- una mulata de dulces ademanes y frescura en carnes --, hacia las Casitas, un suburbio de Barcelona, la de Juan de Urpin, dónde vivían amancebados en arriendo en un apéndice de una casa limpia y modesta con paredes de cerámica y con cierta comodidad que otorgaba un sofá y un comedor, un catre y unas almohadas cargadas con estampas de flores, parecían rosas.
Maitere insistió en viajar para darle compañía y mostrar su solidaridad con José Manuel, alto pana de la pareja, en esos momentos difíciles. Pero más que nada para cuidar al amancebado hombre, tierno, expuesto a la intemperie de miradas que despertarán el interés del concurrido mundo erótico.
10.30 AM ⏰
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Autopista a Cantaura |
La autopista a veces, y otras, más veces, es una carretera que conduce a Anaco fue dejando a un lado el peaje de Mesones, después las extensas fincas planas que prosperan en el llano - hasta más allá - cubiertas de enormes árboles de Samanes que daban cuenta de sombra a las vacas; siguieron los búfalos expuestos al sol que parecían puntos negros en la sábana verde: eran un preludio del comienzo de curvas y huecos.
Luego pasarón las ventas de casabe y queso, los policías acostados con sus vendedoras de café - mostrando sus atributos - se sucedían uno tras otro retrasando el viaje en el diminuto Spark; las bolsitas plásticas de ponsigues de colores ocres pasarón y se quedarían allí, también, al igual que el mango verde pelado con sal: hasta llegar a las curvas de San Mateo.
Ni cuenta se dio cuándo tomó la curva detrás del camion NPR y sintió una cosa en la rueda y el Spark dió una vuelta, y otra para ponerse en sentido contrario, y derrapó arrastrando en la trompa lo que parecía ser una pimpina de diésel que se había caído del camión NPR, cargado de pollos beneficiados y refrigerados, que iba delante: la carretera se mutó en un pegoste de tierra, asfalto, grasa y....diesel, calor.
A la orilla de un hombrillo comiendo tierra fue a parar el Spark, el caucho y el rin destrozado y al carro, afortunadamente, no le pasó nada.
Maitere estaba blanca del susto y trémula rezaba las oraciones que se acordaba dando gracias a Dios mientras tentaba a Julián Segundo que estuviera completo; y Julián Segundo -- cagado -- entró en un mutismo sórdido, no reaccionaba e inerme empezó a sollozar, pensando que estuviera a punto de pelar bola.
Y, ahora? : -- sin caucho de repuesto.
Ya sabía yo está vaina: -- mascullaba Julián Segundo al recordar que su espíritu había tenido mala postura ésa noche y que cualquier fatalidad le acontecerá hoy.
12.30 PM ⏰
Las largas lenguas de candela y humo abrazaban a la zigzagueante carretera causando la impresión de un infierno desatado por aquél verano ardiente de los meses de abril sin un chubasco y sin ninguna consideración a éstos seres abandonados en la soledad de la larga carretera que descendía hasta perderse en la próxima curva.
El sol estaba en su máximo punto y apenas Juan Segundo y Maitere podían respirar entre el olor a quemado y la incertidumbre.
Maitere sentía el sudor que bajaba cómo un río por su espalda mojandole la pantaleta y, desesperada, se apresuró a atenuar el calorón secándose la frente y brazos con la toalla, roida y manchada por el uso del tiempo, y mientras que con las manos hacia las veces de abanicarse incesantemente. Estaba agotada y a punto de dejar abandonado todo aquéllo y mandar a la mierda a Julián Segundo.
Maitere miró el reloj; ya eran las 12 y media del día cuándo vió a Julián Segundo regresando desdé la cauchera de San Mateo hasta dónde había ido montado en una cola y regresar pagando una moto taxi: menos mal que era un caucho chiquito -- pensó Maitere -- mientras lo veia acercarse cada vez más bajando desde la loma que serpentea por la carretera y balanceándose atrás en la parrillera y de repente su susto es mayor:
alcanza a dar un brinco a un lado y deja pasar rozando su cabeza al pequeño caucho que venía desbocado cerro abajo dando tumbos y brincos para terminar estrellándose sobre el parabrisas del Spark: los vidrios saltaron y cubrieron el piso en múltiples ráfagas de tamaños y colores a la luz del sol arrecho; el destrozó fue mayor en el espíritu de Julián Segundo que en el mismo carro: estaba irreductiblemente desconsolado y ni siquiera habían llegado a Anaco.
Y ahora?: -- viajar con ese vidrio roto de ida y regreso ?
Ya sabía yo está vaina: -- mascullaba Julián Segundo al recordar que su espíritu había tenido mala postura ésa noche y que cualquier fatalidad le acontecerá hoy.
5 PM ⏰
Julián Segundo sé sintió tan culpable cómo la misma enfermedad que se llevó a la mamá de José Manuel pues todos allí lo acechaban y miraban con ojeriza cómo preguntándole: porqué no llegó antes?
El viernes o el sábado, a más tardar el domingo?
Experimentaba una inmovilidad tónica al contemplar la diminuta cava de anime arrinconada a su lado -- cómplice mudo de su delito -- conteniendo los medicamentos y que de poco o nada sirven ahora, pensó; alcanzó a meter la mano en el bolsillo del jean buscando la factura y al sentirla la apretó fuertemente hasta arrugarla y hacer una pelota de papel que lanzó en algún corredor de la clínica.
Cómo pudieron se despidieron rápidamente de los deudos, dejaron los medicamentos en la diminuta cava de anime en manos de José Manuel -- pero por su factura: ni pío, no preguntó José Manuel ni por casualidad -- y apuraron el paso y tomaron la vía de regresó a Barcelona, a la de Juan de Urpin, a las Casitas.
Y, ahora?: -- Cómo le cobraré a José Manuel los 1.200 dólares, gastados en remedios, en esté momento tan triste cómo es la muerte de su mamá?
Ya sabía yo está vaina: -- mascullaba Julián Segundo al recordar que su espíritu había tenido mala postura ésa noche y que cualquier fatalidad le acontecerá hoy.
6.00 PM ⏰
Al retorno, aquélla carretera a esa hora, entre Anaco y San Mateo, parecía una boca de lobo y el cielo era en ése día todo un manto de luto de lo negro que estaba, impenetrable por las estrellas y la luna no se sabía por dónde venía.
Sólo los faros del Spark pudieron alumbrar a último momento al camión Ford 350, abarrotado con 4.000 Kgs de patillas, que apareció de repente en aquélla penumbra: accidentado en un recodo de la curva que corría a la derecha desde la ladrillera a la fábrica de cerámica.
Julián Segundo apenas si logró evitar el choque directo por detrás a último momento, por fracciones de segundo se salvó al girar temerariamente el volante a la izquierda: el camión, Ford 350 con 4000 Kg de patilla, sin luces y sin un aviso de nada, recibió el impactó lateralmente por el lado izquierdo del Spark, por dónde estaba sentada Maitere.
La secuencia la revive Julián Segundo en cámara lenta: al parachoques lo vió arrugarse y rodar en fracciones de segundo que ahora parecían horas; después el guardafangos, las puertas, vidrios y manillas quedaron en el sitio desparramados alrededor de las patillas y dejando al pobre carro en cueros.
6.45 PM ⏰
Vino la grúa, los policías y por último llegó la ambulancia con su sirena ululante con luces rojas intermitentes con otras azules y se llevó a María Teresa, Maitere, que permanecía inconsciente y se temía por su estado de salud, alguna contusión interna se presumía.
A lo lejos los perros ladraban en la jauria y un burro rebuzno de repente:
-- el chófer se quedó dormido.
La cosa estaba sería pues los vecinos pululaban alrededor del carro cómo zamuros en búsqueda de algún objeto de valor: despojaron a Maitere de su cartera con unos cobres, que no era mucho y tampoco de ella, pero se llevarón la cédula, el labial de rojo carmesí y otras vainas.
Lo que pudieron se llevarón del carro en un pestañear de mono y cómo figuras siniestras de la sombras aparecían y se esfumaban con el botin entre carcajadas y alegría que le daba el llevarse algo aúnque le fuera inútil:
Las micas, el radio, las alfombras, el gato y sólo dejaron a Juan Segundo en el sitio: dónde permanecía catatónico ante aquél espectáculo que se dice y no se cree.
7.00 PM⏰
Juan Segundo aseguraba la mano de Maitere, sollozaba inconteniblemente, desesperanzado al ver que pasaba el tiempo y la vida de Maitere se esfumaban en cada suspiro y no terminaban de llegar a ninguna parte que prestará ayuda médica: Gritaba, amenazaba y por último rogaba en nombre de Dios y los Apóstoles. Ofreció dinero que no tenia. Pero el resultado era el mismo: una indolencia atroz.
7.10 PM⏰
Un frenazo y la cabina de la ambulancia se estremece dando vueltas y un estruendo horroroso -- lento y el olor a leña quemada entra por la puerta y ventanas que están destrozadas -- hace saltar en el aire a los paramédicos y al propio Julián Segundo dándose un coñazo durísimo contra el piso.
Han chocado en medio de la nada contra una vaca que se atravesó huyendo de la candela, el fuego y el humo de las brasas ardiente que rodean a la carretera.
Desmayos y sangre alrededor es lo que puede ver Julián Segundo: los paramédicos están muertos y el chófer de la ambulancia está inconsciente sobre el volante. Busca y abraza a Maitere y cómo puede la hala, la tira, la empuja pero Maitere no reacciona.
Un frío le sacude la espalda sudada y piensa que todo es su culpa: nunca debió salir ese día a la calle, que debió quedarse en su casa en aquél suburbio llamado las Casitas de Barcelona, la de Juan de Urpin.
Ya sabía yo está vaina: -- mascullaba Julián Segundo al recordar que su espíritu había tenido mala postura ésa noche y que cualquier fatalidad le acontecerá hoy.
11.55 PM ⏰
Alrededor estaban las cadenas, los ganchos, unas pimpinas de gasolina y aceite vacias, mucho aceite, con grasa y el cuerpo inerte de Maitere abrazado a Julián Segundo que no la dejó nunca de sostener cómo sí ella estuviera con la alegría de vivir: de la mulata de dulces ademanes y frescura en carnes.
Estaban sobre la plataforma de la grúa que atinó a pasar en ese momento del accidente de la ambulancia y que humanitariamente se ofreció en llevar los heridos al hospital de Anaco y los cuerpos inermes de los paramédicos, el chófer de la ambulancia y el de Maitere a la morgue para la experticia de ley, cómo dicen.
En la cabina el chófer de la grúa y dos policías especulan sobre el destino manifiesto y de cómo las vainas pasan sin aviso y la vida se va.
Rien de las ironías del destino y el corazón llora.
Hoy estamos y mañana no estamos: -- sentencia el policía, aquél de bigote y cara de ancestro Kariña, con aire dramático y alcanza a ver la cara del chófer que asiente mientras esputa un barro de chimo por la ventanilla del camión.
Julián Segundo viene escuchando la conversación.
Ya sabía yo está vaina: -- mascullaba Julián Segundo al recordar que su espíritu había tenido mala postura ésa noche y que cualquier fatalidad le acontecerá hoy.
12.05 AM ⏰
Al llegar a la morgue del hospital se dan cuenta que en alguna parte del trayecto los cuerpos, los muertos, del chófer de la ambulancia y los dos paramédicos se han caído desde la plataforma de la grúa y deciden regresar a la carretera a ver si los consiguen: empezando desde dónde se dieron el coñazo con la vaca.
Si es que conseguimos a la vaca que ya a está hora debe tener mejor vida ser asado o bisteck: -- comentó el policía, aquél con bigotes y ancestro Kariña, sarcásticamente, y después sonrió como una hiena.
Julián Segundo escuchó atentamente la conversación e inmutable levantó el brazo izquierdo y consultó la hora en el reloj: eran las 12 y 5 de la noche.
La calma inundó su mente y pensó que el día comenzaba y que no había descansado.
Caminó hacia la salida del hospital y desde el umbral le dijo al chófer de la grúa, con voz suave y modulada:
--- no los voy acompañar en la búsqueda de los muertos.
Resignado, Julián Segundo, mascullaba:
-- todo lo que me pasó nunca sucedió.Son vainas inventadas por purapaja .
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