ESPEJO RETROVISOR
ESPEJO RETROVISOR
![]() |
Árbol de Clémon |
Julian Segundo pasó sentado toda la primaria detrás de Maitere, en el pupitre a la derecha y un poco recostado al pasillo que permitía acercarse al pizarrón; y en el primer pupitre ( frente al pizarrón ) se sentaban Rosita y Lastenia que se las daban de brutas a cuenta de ser miopes pero eran flojas por convicción; y gracias a Maitere cambió totalmente su ánimo desde tercero a sexto grado en aquél colegio ubicado sobré la calle más corta del pueblo: La Marina. |
Siempre, desdé que se interesó en Maitere, sacaba buenas notas y, pero, nunca eximió porqué se permitía un sólo alumno por clase: y ésa era Maitere.
Descubrió que la luna era el satélite de la tierra, notable porque nunca le paró bola a la luna hasta que Maitere apareció, y que había sexo en en su vida.
Maitere quería ser astronauta para volar a la luna algún día como Gargarin y casarse con un astrónomo que hubiera descubierto un planeta o supiera cómo llegar a Andrómeda y regresar a tiempo para las arepas. El primer proyecto no podría ser realizable a menos que viviera en Cabo Kennedy y el otro menos pues eso no daba plata en ese paraíso con matas de uvas de playa y cocoteros que brotaban a la orilla de la playa.
La ropa de Maitere era horrorosa y para nada la ayudaban los zapatos bailarina que usaba pues sus pies gruesos mataban aquéllos zapatos bajos, parecían unos peñeros a punto de naufragar cuándo caminaba.El pelo corto Bob pero sin pollina era lo que conocía y lo llevaría toda la vida, junto con unos discretos aretes rotulados en áureas letras "Hermigua" , pendían de sus orejas, y que mostraba candidamente cada vez que coqueteaba al voltear el cabello sobre el hombro.
A falta de astronautas y astrónomos Maitere logro iluminar su aspiración con la versión local y de cuya única virtud ostensible era escuchar música rock AND roll y hablar rebuscando palabras en inglés que alguna vez escuchó a Gary Cooper: algo bastante más módico pero asequible a las aspiraciones de Maitere. Jhonny, para más se llamaba, y se refoliaba en su bicicleta Benotto haciendo caballito para luego frenar delante de sus acólitos que le celebraban cuánta vaina hacia cómo eso de remedar al portugués Manuel, pelo rojo con pecas y efélides que le aparecían en su rostro sensible de lo blanco que era, blanco sin tinte alguno, burlándose de su estampa flaca y endeble, pero peor: del noble oficio de bodeguero.
En fin, Julián Segundo pasó la primaria admirando todo lo que tuviera que ver con ella, menos sus pies gruesos.
Hay quienes decían que Maitere estaba enamorada de Julián Segundo pero no se decidía a ser su novia por el aspecto desgarbado y escaso interés de aparentar lo que no era. No había semana, cualquier día, que no se agarraba a puños y lucha con alguno de la escuela: se complacia en meterles una llave con las piernas para sujetar el tronco y, luego, les inmovilizaba el cuello con los brazos asfixiandolos hasta que se rendían ya morados; siempre la vaina era en la playa que estaba al cruzar:
![]() |
....una larga mancha blanca de arena.. |
era está una larga mancha blanca de arena cubierta por conchas de chipi chipi y guacucos, caracoles, y de vez en cuándo aparecía el cadáver de un pez sapo con sus espinas dispuestas a pinchar al incauto, lo separaba de las casas modestas de bahareque - rematadas con cal - una avenida con una isla central angosta cubierta por almendrones de amplia copa y algunos cocoteros: ah! pero la orilla de la playa tenía - por demás - árboles de Clémon y Guayacanes y - sobre todo - uvas de playa : las raíces morían en la playa bebiendo agua nítida y transparente de turquesa salada.
Era el escenario ideal para la pelea playera, la pesca de bagres y lamparosas, y fumar a escondidas el primer cigarrillo preferiblemente Lido y dónde Juan Segundo terminaba arrastrado, lleno de arena, y cubierto de eternas ronchas en los brazos que le daban aspecto de descuido y las rodillas con costras rociadas con sulfatiazol.
Vino a tranquilizarse, mucho después en quinto grado, cuándo Orlando - un morenito melancólico y callado que no se metía con nadie - se guindo a trompadas con Julián Segundo, allá en la playa, y cuándo ya estaba Orlando comiendo tierra - medio jodido - y viendo que no podía más le metió, desesperado, una patada en las bolas: privado quedó Julián Segundo, se le doblaron las piernas, se agarró lo que más apreciaba compungido de dolor con ambas manos, y cómo pudo buscó refugio dando traspiés debajo de las matas de Clémon, se recostó un rato en la rama y cogiendo aire - por largo momento - se sacudió la arena con las palmas de la mano para luego marcharse herido en su reputación. Más nunca volvió a buscar peo a Orlando ni a nadie.
Mauricio era el único amigo que tenía Julián Segundo -- quizás por su carácter reservado de sefardita requería la amistad de Julián Segundo y, a cambió, le proporcionaba los secretos y novedades desconocidas sobre sexo que Julián Segundo descubría en su adolescencia: en revistas con mujeres en cueros y como hacerse la paja o le contaba sobre su hermana, la gorda Natalia, cuándo se bañaba -- y disfrutaba un mundo viendo el amor contemplativo que Julián sentía hacia Maitere; espiaban todo lo que ella hacía pudiendo recordar uno a uno sus mohines inocentes, gestos y sus últimas palabras resonaban en su mente cuándo caminaban por la orilla de la playa recogiendo guacucos y persiguiendo cangrejo guatero; les parecía lo más fantástico escribir en la arena su nombre con una rama para que luego el mar lo borrara para que nadie lo pisara.
Julian Segundo, siempre que podía, por lo tímido y recatado que era, la acompañaba al salir de clases por la calles, siempre detrás y a cierta distancia, 6 cuadras largas recorrían, hasta que llegaba a su casa y la veía , y volvía a ver, y hasta le devolvía una mirada colmada con una sonrisa tierna, confabulada, de
afecto para despedirse porqué no se atrevía ni siquiera a hablarle: tanto era que le temblaban las piernas y salía corriendo cuándo ella intentaba hablarle.
Nunca pudo decirle nada hasta que Mauricio se lo dijo, haciendo público su secreto que él guardaba con tanto candor, más en tono de burla que otra cosa: Julián Segundo está enamorado de ti, logró decirle ésa tarde y contempló su cara impavida sobré la que no pudo leer nada: fue el pagó a la indiscreción.
Así es cómo, al tiempo, los invitaron y coincidieron, entre frescolitas y una torta, en casa de Maitere para el cumple de su hermano Rafael.
Conchita Baptista vestía un vestido color champaña y unos zapatos color de helado de nuez, entallado el vestido que parecía la hubieran enrollado con teipe: demasiado para su edad pero que mostraban las tetas bien desarrolladas que tenía a los 13 años. Todos quedaron sorprendidos y Jhonny no le quitó el ojo.
Pero Maritere fue sencilla con blue jeans ajustados pero sin llegar a ser vulgar, una blusa blanca, un cinto ancho vaquero, los zapatos tacón Luis XII y los infaltables aretes de Hermigua. Era Maitere a sus 13 años más bíen gruesa de cintura.
Aúnque Julián Segundo no se atrevía a decir que era gordita pero lo pensaba: ni loco lo diria.Pelo castaño corto, piel más bien morena clara. Tetas pequeñas pero que hacían un juego con su pecho trazando una líneas definidas hacia una curva dónde Julián Segundo le hubiera gustado quedarse a vivir.
Mentira: lo que más le gustaban eran sus ojos, su nariz y sus labios, tan delicados que una acaricia parecía un asalto.
Jhonny se llevó el espectáculo llevando unos long play de Elvis Presley, no bastó eso: remedo bailando y cantando cómo si tal lo fuera; Conchita empezó a delirar y cerraba los ojos mientras que Jhonny no le quitaba los ojos de las tetas. Mientras bailaba con unos pantalones ajustados a la cadera y mientras más se acercaba a la pelvis: apretando - aquéllo no cabía allí , se dijo Julián Segundo- un bulto llamativo - poderosamente grande - que impactó a Juan Segundo. Pensó por un momento, que era una mamadera de gallo y supuso que se había colocado un pañuelo arrollado en forma cilíndrica o, a lo más, un cambur verde allí en la bragueta para llamar la atención.Sin embargo, coincidieron en el baño al vaciar la vejiga, y pudo darse cuenta que aquéllo no era utilería ni nada por el estilo: decepcionado miró a otro lado, se hizo el loco, y pensó que nunca podría competir con Jhonny y su miembro viril: todo estaba perdido.
Él tardaría mucho tiempo más en desarrollarse, aquéllo daba más que pena vergüenza orinar en público.
Allí se enteró, también, sobré los aretes de Maitere y su enigmático rotulados en áureas letras "Hermigua" , que pendían de sus orejas; y era un verdadero acontecimiento escuchar los cuentos de parte del viejo Javier: no era más que el nombre de un pueblo, remoto en ese lado del mundo, llamado así y de dónde provenía la madre de Maitere con el sonoro nombre de Carmen Inés Martín Hernández de Durán: emigrada a Venezuela en 1951 a causa de las duras condiciones de vida en aquélla isla volcánica, olvidada, de la Gomera. Conoce a Javier en la Guayra y deciden hacer la América juntos de buenas a primera pues el amor vendría luego: dos hijos dan cuenta de ello y un trabajo cómo albañil constructor le han dado una holgada prosperidad. Los aretes son, pues, una reminiscencias del origen gomero de la familia: un recuerdo de la abuela para que no olviden desdé dónde vienen cuándo vean la cara de Maitere.
El viejo Javier, más marcado y arrugado que Carmen Inés, era de Tenerife, de Tacoronte para más señas, y venía huyendo de los fachas, de Franco, de la guerra y del hambre: combatió en el Quinto Regimiento bajo el mando del comandante Carlos Lister en la defensa de Madrid y participó en la batalla del Ebro durante la guerra civil española. Él, se consideraba un héroe o un refugiado o no se qué - pensó Julián Segundo - pero lo que más le jodió esa tarde a Julián Segundo fue ver a Maitere y Jhonny de manos agarradas y los escapes furtivos al balcón para besarse en la penumbra del atardecer.
Estaba destrozado.
Salió de sexto grado. Y decidió alejarse de Maitere y no pensar más en ella. Al menos creyó alejarse.
Durante meses no hizo sino pensar en las facciones de Maitere: desfigurada por el tiempo pero lo lindo quedó atrapado en su interior, no había manera.
Pasó el primer año de bachillerato, el segundo y tercero: nada, ninguna muchacha le interesaba, no había manera. A pesar de las insistencias prolongadas de las muchachas que se interesaban y se le acercaban con sibradas intenciones: él no daba a torcer, con la chica que le gustará.
Empezaba a preocuparse.
A los tres años encontró la primera novia que aceptó ser su amante. En un momento de intimidad le contó la historia de Maitere.Ella le dijo que Maitere era una loca provocadora, que lo manipulaba, y él la defendió con tal pasión y vehemencia que la novia lo mandó para el carajo.
Julián Segundo cambió totalmente de fisonomía, la facciones se tornaron masculinas dejando atrás la cara de niño de toda su vida, la barba y el pelo poblaron la cara y el pecho.Musculos pétreos y Julián Segundo era un hombre derecho y repleto, dejando atrás sus miedos y angustias.
Pero su pensamiento estaba con Maitere. Creyó encontrársela en cines, cafeterias, aviones,en el Metro, en el teatro. Se encontraba, a veces, siguiendo a mujeres que se le parecían a Maitere, las abordaba con entusiasmo para luego pedir excusas. Buscaba en todas las orejas femeninas los aretes de la Gomera y vivia desilusionado. La búsqueda era permanente.
Agustín Saavedra, su mejor amigo de los últimos tiempos, le comentaba que a los 25 años tenía una novia de 22, a los 28 otra novia de 20 años y ahora con treinta y cinco una de 17.
- Chamo, olvídate de Maitere, ya más nunca la vas a encontrar.
- Es la mujer de mi vida, respondió, con un suspiro y mirando a Agustin resignado.
- Tú lo que eres es un nostálgico, queriendo coger con el pasado a una niña que ya no lo es.Esa mujer debe tener 35 o 36 años, con hijos y complicaciones matrimoniales, de pareja. Que te pasa, Julián? Ya pasó, chamo, olvida: respondió Agustín Saavedra.
Ya la vaina tornaba obsesiva compulsiva y Agustín Saavedra mudó de estrategia y le recomendó que la buscará a cómo diera lugar.
No obstante tantos años han transcurrido que ya no existían amigos comunes, se habían mudado los padres o habrían fallecido, en el directorio telefónico no apareció ninguna María Teresa Martín Hernández, en WhatsApp tampoco y Facebook nada.
El ya entraba en 36 años, soltero y sin relación conocida y sus amigos empezaron a recomendarles bares gays de Sabana Grande, en Caracas: se sintió ofendido a la primera sugerencia y luego lo tomó cómo mamadera de gallo,indulgentemente.
Ya llevaba 3 whiskys cuándo se le ocurrió pensar en la astronomía y vainas como astronautas, astrofísica y éso sin determinar fijamente que buscará en Google o Linkedin.
Han pasado 24 años desde que resolvió buscar a Maitere a cómo de lugar y tres años, también, desdé que a Agustín Saavedra le dió un infarto al miocardio y se murió como un pajarito: sólo en su apartamento jaula de Bello Monte rodeado de muebles y enseres pasados de moda.
Le sorprendió la foto de la profesora de física de la universidad, el mismo corte de pelo y si tenía los aretes de " Hermigua", el pelo ya no era castaño pero si plata con mechas de un tinte ocre, quizás castaño o negro, y vió si tenía la nariz más chata? , la cara ya era más redonda con tendencia braqueocefála y los labios ya no eran los finos y más bien caídos como arrugados.Evidente sobrepeso se marcaba en en el cuello arrugado.
Leyó la leyenda debajo de la foto:
Estado Miranda, Venezuela · Profesora Titular Jubilada · Universidad SB
Experiencia · Profesora Titular Jubilada. Universidad S.B.. Julio 2010 - actualidad 58 años 3 meses. Profesora de Pregrado y Postgrado en Física, · Asesora.
Contempló el nuevo el giro de la situación y buscó para servirse otro trago de whisky.Volvió a ver la foto y la leyenda e instintivamente cómo para descansar, en un movimiento lánguido, apagó la laptop.
Cerró lo ojos amargados y recordó el viejo tango de Gardel:
Volvió esa noche, nunca la olvido
Con la mirada triste y sin luz
Y tuve miedo de aquel espectro
Que fue locura en mi juventud
Se fue en silencio, sin un reproche
Busqué un espejo y me quise mirar
Había en mi frente tantos inviernos
Que también ella tuvo piedad
Mentira, mentira, yo quise decirle
Las horas que pasan ya no vuelven más
Y así mi cariño al suyo enlazado
Es solo un fantasma del viejo pasado
Que ya no se puede resucitar
🔥🔥🔥🔥
Los personajes y hechos retratados en Pura Paja® son completamente ficticios. Cualquier parecido con personas , vivas o muertas, o con hechos reales es pura paja «.
Pura Paja®
Comentarios
Publicar un comentario