CAIGO O NO CAIGO. -La ilustre vida del capitan Azogue-

   Caigo o no caigo

     Caigo o no caigo

- La ilustre vida del Capitán Azogue , o la vida de un fantasma en Puente Ayala. -

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                     PUENTE AYALA

Entre truenos y relámpagos caminaban en la negra oscuridad de esa noche por el monte que también era más negro que nunca ese día. Para agravar más la insólita ocasión el palo de agua no parecía amainar y el sendero que a arrastras y tientas trataban de encontrar desaparecía bajo el charco, lodo y el torrente de agua.



Asi, Pedro y Luís,  perdidos como estaban, caminaban en la espesa oscuridad abriéndose camino entre la tupida espesura negra a punta de machete, tumbando monte,  y con media pierna hundida en aquel barrial y charco que les impedia salir adelante, y solo la luz repentina de los relámpagos que se  sucedían unos tras otro  era lo único que los ayudaba en aquella selva ; y en esto cayó un relámpago que iluminó en un abrir y cerrar de ojos de lo que parecia ser una casa; cómo pudieron corrieron velozmente dando saltos acá y allá, entre el fango y el charco, huecos y troncos fueron dejados atrás y, en un santiamén, ya estaban bajo techo.

Pronto se dieron cuenta que se trataba de una casa, o lo que quedaba, abandonada entre la espesura, dentro del denso follaje y los árboles del monte que la rodeaba.
La destartalada casa tenia el techo encorvado por el peso de la tejas que la caña brava trataba de mantener obstinadamente en su sitio. Las paredes de bahareque dejaban ver las heridas que el tiempo causaba con huecos abiertos sobre la armadura de estacas amarradas a troncos y rellenas de barro con paja, y cuando se podia cal o argamasa.

Dos cuartos grandes, una sala y una cocina,  más el frente ocupado por un corredor componían la  destartalada casa; por delante unas matas de ponsigues adornan la entrada  y por la derecha una vereda buscaba al  río Aragua;  detrás y a la izquierda monte es lo que se veía.

Una mesa de madera desvencijada y un taburete derruido era el único mobiliario en la destartalada casa.

Cómo pudieron se secaron y se acomodaron muy cerca uno del otro, más por culillo que por frio, para descansar y recuperarse pero de no ser por la lluvia y los truenos hubieran preferido  dormir al descampado y no en esa casa de espanto.

Afuera el aguacero no paraba y se veía más negra la oscura noche


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             CAIGO O NO CAIGO

No bien se durmieron cuando  empezaron a sentir un frío,  gélido, que congelaba el ánimo y tiritando tenían los brazos y piernas. Al hablar entreambos una espesa masa de aliento brotaba de sus melindrosas bocas que se condensaba y pareció, ésa vez, como si estubieran soplando frío. 

Por más que Luís se asomaba fuera de la destartalada casa:  no se escuchaba nada, no se veía nada y solo negro sobre el más oscuro negro es lo que se podía ver.No sonaba brisa, ni la lluvia que caía sobre mojado se sentía dentro de la destartalada casa.

Y. En eso Pedro, intrigado y medroso,  curioseando mira el techo cómo  buscando los tallos de la caña brava , no podía barruntar - por mucho que esforzará -  las hileras cilíndricas del cañas bravas apiladas unas detras de la otra que suponía cubría el techo, y sin distinguir nada más allá que el negro más oscuro;  solo un negro hueco sin fin y el frío, gélido, que viene del techo y que le congela la cara.

La primera piedra que consigue, más bien grande del tamaño que pueda cerrar el puño, la lanza contra el techo y está ni se devuelve en la caída esperada y tampoco golpea contra los tallos del negro techo sin fondo de  caña brava, como esperaba Pedro.

Intrigados y absortos buscando lo que pasa se quedan viendo al techo. escudriñandolo; y en eso estaban cuándo escuchan unas cadenas y unos peroles que ruedan zigzagueando y estremecen el techo; una y otra vez de derecha a izquierda  y una, y otra vez, el aterrorizante  y sórdido ruido lento, grave, se repite y es - entonces-  que oyen una voz grave, más bien ronca, como si viniera de un tubo, y  les pregunta con voz queda metálica, desde el negro  techo sin fondo de caña brava:

- ¿ CAIGO O NO CAIGO?

Al oír esa palabras y  en medio de aquélla oscuridad que les  pareciera eterna:  Pedro le ve la cara a Luís y éste busca la de Pedro y no saben quién entreambos le da el primer codazo al otro para ver quien le echa bola y diga algo de los dos, ó  hablé al menos. Se ven, y no saben que decir.Pedro encoge los hombros y mueve los labios tensando  los cachetes y el cuello  mostrando una mueca de entre sorpresa y cagado y buscando los ojos de Luís  en espera que esté diga algo, cualquier vaina.Solo las palmas abiertas de esté abanicando, recibe cómo respuesta....cómo diciendo.: que coño hacemos?

El tiempo pasa con ráfagas de viento y el frío, gélido, se va comiendo lo que les queda de atrevidos y osados al escuchar otra vez la voz intimidante  e inquietante  que retorna desde el negro techo sin fondo de caña brava:

- ¿ CAIGO O NO CAIGO?


Las cadenas se ponen más pesadas - está vez - y  el ruido estrepitoso al dejar caer el último eslabón de la cadena sobre el negro  techo sin fondo de caña brava se escuchó cómo un latigazo amenazante  y los peroles  ruedan zigzagueando por el techo y  lo que antes parecía estar tan lejos ahora  lo escuchan tan cerca de las piernas que se las sienten subir como culebras , y el frío se pone más intenso y seco, gélido.

La voz  lenta, grave, intimidante e inquietante vuelve a preguntar, por tercera vez, quedadamente desde  el negro techo sin fondo de caña brava: :

- ¿ CAIGO O NO CAIGO?

Luís mira a Pedro y Pedro a Luís, y casi piensan lo mismo, y responden:

- Caiga Señor, ¡  CAIGA ! ....¡  CAIGA ! .


¡ Plummh !  -:  un golpe seco se escucha y un brazo inerte vuela por el aire, pálido, con rigor mortis y espasmo cadavérico desde el negro techo sin fondo de caña brava y da contra el piso de barro pisado levantando una nube de polvo.


No pasó mucho rato cuando la voz  lenta, grave, intimidante e inquietante vuelve a preguntar quedadamente desde  el negro techo sin fondo de caña brava.....

Y, así es, repetidamente, cómo acontece este extraño fenómeno que entre preguntando y respondiendo van cayendo al piso de barro pisado de la destartalada casa los miembros y extremidades de un cadaver desmembrado que al caer pieza a pieza, una tras otra,  un relámpago los ilumina fugazmente:
Cae una  pierna primero y  luego la otra, un  brazo cae atrás y más retrasado el otro,  después el tronco, manos allí y los pies acá: el momento es tétrico y de espanto.

Y. ¡ Al fin la cabeza cae....!

Y. Al caer la cabeza en medio de aquel piso  frío, gélido, una hermosa luz sin color ilumina la sala de la destartalada casa y un incienso olibano de hojari, proveniente de Dhofar, suave,  invadió con su aroma el aire purificando y espantando los demonios.

La luz inmaterial sin color, fuerte e intensa, fue asumiendo de la nada un color carmesí cada vez más intenso y  matices de blanco aparecieron y revoloteando entre sí gestaron tonos de rosas suaves para tornarse en un blanco inmaculado  cubriendo cómo un manto el piso de barro pisado  y los miembros del cadáver con él;  fragancias de rosas, geranios y azahar dieron frescor a la casa destartalada  y en un ratico la luz intensa inmaterial se tornó diáfana, prístina, transparente y clara  permitiendo ver cómo las partes del cadáver se habían otra vez dispuesto y  tomaban cada cosa en su  lugar: el brazo en el tronco, después las dos piernas en el tronco, los pies en las piernas , las manos  en los brazos,  la cabeza al cuello y la vida retorno pletórica de lozanía y vigor al cadáver.

. Y, sin saber, Pedro ni Luis,  cómo ni dónde y porqué estaba allí aquél caballero andante de valiente figura rodeado de armas blancas  y que ahora se planta con garbo en medio de la destartalada casa sosteníendo con la siniestra una adarga de hermosos blasones, cubierto con prolija y fina ornamentación primorosamente bordada e inscripciones cúficas que hablan de su hidalguia. Y en esto. Comenzó a hablar el espanto:


<< Soy el Capitán Garci Ayala Yanes de Castro,  comandante de la gobernación de Nueva Terragona por mandato del Rey y querer del Adelantado Juan de Urpin, fundador de Nueva Barcelona y  vencedor de Los Cumanagotos. Ese soy yo para los vivos y para los muertos soy Capitán Azogue. Y vosotros estáis en mi dominios.>>


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   El capitán Garci Ayala Yanes de Castro


Lo que más les llamaba la atención a Pedro y  Luis era la luz que acompañaba al  caballero andante, de valiente figura, Capitán Garci Ayala  Yanes  de Castro y que salía desde el yelmo pasando por el morrion hasta el ristre iluminando la sala.

No era una luz  ó ¿ si?,

O una  luz inmaterial, sin calor , que no quemaba los ojos cuándo se la miraba, no enceguecia  y tampoco deslumbraba al que la buscaba. Luz inmaterial que  le seguía por doquier y lo acompañaba hasta que tomo asiento, se acomodó buscando extender las piernas, en el taburete  derruido al lado de la desvencijada mesa  y desde dónde observaba a los dos sujetos que medio cagados tenia enfrente.  Los rodeó con la mirada, turbandolos aún más, y auscultandolos de arriba a abajo comenzó a hablarles . Y con estas palabras aladas se dirigió a Luís y a Pedro, que entre apavorados y temerosos expectantes,  lo miraban  con ojos de huevo sancochado y sin poder articular palabra alguna :


《- Sois de los más valientes guerreros que se han cruzado por mis tierras en 300 años. No habéis temido a los espantos y  demonios que os ostigaban y a mi me tenían en cautiverio en mi propia casa y me habéis liberado de mi maldición.》

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Los truenos y sus resplandores iluminaban aquél monte y lanzaban sobre las copas y ramas de los árboles sombras que penetraban en  aquella destartalada casa  cómo  si fueran demonios y desvaneciéndose unos por las ventana y otros huían por la puerta apavorados por la luz inmaterial; pareciole a Pedro Gil  ánimas que venían por ellos.

Los truenos caían,  uno tras otro, cada vez  más cerca y la lluvia pertinaz arreciaba cada vez cómo potes de agua.

El último resplandor iluminó  la mitad de la faz del Capitán Garci Ayala Yanes de Castro y  permanecio allí como que más rato que  otros permitiéndole a Pedro buscar la sombra que nunca encontraron hasta que el tardío trueno resonó y sirvió como una advertencia premonitoria de algún fenómeno sobrenatural :

-  ¡  Bicho, nojoda ! ¡ Este no tiene sombra! 》,  exclamó Pedro.
                        
A todas éstas Luis, sin quitarle la mirada al Conquistador y su lanza por nada del mundo,  se agazapo en una esquina apoyando la espalda  contra la derruida pared de bahareque y Pedro optó por sentarse, a su lado, en cuclillas, sobre el mismo piso de barro pisado seco y polvoriento de aquella destartalada casa  y dónde permanecía  este espanto o esta aparición, anima o lo que fuera.

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                      EL PORRO

Antes que le preguntarán, previendo cualquier vaina por el enojo del Capitán Garci Ayala Yanes de Castro y viendo .la enorme espada que no dejaba de blandir en la diestra y la lanza en ristre por otro lado,   alcanzó Luís a narrarle  al Capitán Garci Ayala Yanes  de Castro sobre las desventuras que Pedro, llamado de apellido Gil, y él, Luís Pascual nombrado  Sánchez de apellido como su padre, habían pasado ese día fatídico. Y, así habló para despistarlo, viendo la facha de caballero andante del Capitán Garci Ayala Yanes de Castro, y no  fuere éste  a tomarlos por villanos a su servicio en una lejana dehesa de algún lugar que nadie quiere recordar.

Que encontrándose ambos  - ésto decía  Luís con voz trémula, esperando que le escucharan-   en búsqueda de cacería mayor y  habiendo pasado toda la jornada entre sol y lluvia sin probar bocado alguno más que aquel mendrugo de casabe con papelón, picados y lacerados por bichos, y no teniendo otro consuelo más que culminar aquel menester que hasta alli los habia traído, y en hora inoportuna que habiéndose  adentrado en estas tierras ajenas con tan grande mala suerte  -decía Luís y Pedro asentaba con la cabeza sin atreverse a mirar al espanto-  que se habían confundido de río y tomaron uno por otro en medio de aquel espeso monte y no daban con el caudaloso  Neveri -  entendiendo Garci que le hablaban del Guatapanare - y a cuya ribera descansa la ciudad de Barcelona -  villorio que le pareciole a Garci como Nueva Ecija de San Cristóbal de los Cumanagotos-   de nuestro hogar y donde les esperaban mujer y crios; y así de esa forma se habían extraviado y que no sabrían por el yerro en dónde estaban parados y viendo aquella casa en medio de la noche  corrieron alli a socorrerse de la lluvia y las fieras,  y que no así de los espantos  y almas que en pena vagan en noches como ésta.

Que de permitirlo - discurría Luís en su perorata-  y con la venia del  Capitán Garci Ayala Yanes de Castro: si así esté lo dispusiera , así sería  de tanta la gracia el cobijarles allí bajo su autoridad.

De  esta forma y no otra,  se expresaba Luís cuando se vio sorprendido, ya entrado en confianza, al encender su tabaco, con  interrupción de la voz queda  del Capitán Garci Ayala Yanes de Castro que esto decia:

《-  :  ¡ Joder! ¿ Que traéis allí ? ¡ Pero si es tabaco.!...... ¡ joder ¡ .Venid, venid, acercaos!.¡ dadme un tabaco , que tengo 300 años sin probar uno ! .》

Y en haciendo ésto, se dispuso y acomódese el Capitán Garci Ayala Yanes de Castro a gusto: tiró de la celada, vísera, morrion, gola y guantelete. Los colocó sobre la desvencijada mesa, el ruido metálico tranquilizo a entreambos y con la cara despejada dio una chupada suave y sostenida al tabaco hasta sentir exanimes los carrillos.Dejo pasar el suave humo del tabaco por su paladar , el escozor dulce en la lengua lo alborotó,  y dejoles un rato en la garganta en aromatica espera  y los humos se fueron a la cabeza y retornaron para ser expelidos por la nariz con exultante libidinidad. Luego suspiró y exclamó con nostalgia tricentenaria:

<< Mi ultimo  buen tabaco fuen en Santo Domingo en compañía del Capitán General  Joan Orpí i del Pou, a quien vosotros desventurados debéis el tener un hogar en Nueva Barcelona, cuando nos presentamos ante La Real Audiencia en solicitud  de nuestro Adelantado en estas tierras de Nueva Andalucia,  en 1631 para vuestro entender y saber >>


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             LA BUENA REPUTACION

El Capitán Garci Ayala Yanes de Castro es, sin aquella armadura que le cubre el rostro, más bien de aspecto pálido, alto, delgado, nariz puntiaguda, tiene barba y bigote, cabello espeso y gris veteado de negro con manos grandes y musculosas.De ojos pardos avellanados, tan claros y transparentes ó más bien ámbar. Dos varas de altura, al menos .Desgarbado algo que más y aparenta sus bien entrados 50 años aunque cuando muere, nos cuenta con voz queda, tendría 59 años.

De buena y placentera conversación echa el cuento corto de su vida y debe darse prisa pues su luz inmaterial que le sirve de cuenta regresiva va cediendo cada vez más con el tiempo y arranca así:
Naci en 1593, en una familia de la pequeña nobleza rural en Castilla y donde pasé mi  infancia; en 1619 comienzan mis  estudios de Derecho Civil y Canónico en Alcalá de Henares,  hoy sería abogado, que no terminé por un lance de faldas que acabó  en sangre. Después me marché a Sevilla con la esperanza de una vida diferente y aprendi de todo un poco  y de la vida mundana todo: me torné cuál diestro mejor que ninguno en armas blancas en cuya panoplia de sables, espadas, lanzas, guadañas  mi preferido era el estlileto para asesinar sin manchas y sin rastro; me ganaba la vida con los dados y las barajas ;  aprendí a enfrentarme a los hombres y mujeres de toda calaña y maña y siempre cobre con sangre las afrentas.La sangre es mi marca y el dolor es mi seña. No obstante permaneci en la ciudad dos años y medio viviendo del cuento y haciendo favores con pequeños encargos que me favorecieron; y en 1623,  embarqué  como soldado en una expedición destinada a defender las ricas salinas de Araya, de piratas y corsarios ingleses  y neerlandeses que le querían echar el guante a aquella vaina salada, en la Provincia de Nueva Andalucia , lo que hoy llaman Cumana: enfatiza - el Capitán Garci Ayala Yanes de Castro en su peculiar gracejo- con desparpajo conocimiento  de lo actual.

Interrumpianle Pedro más que Luís de tanto en tanto porqué no lograban discernir y menos comprender topónimos,  y el significado de aquellas cosas y  utensilios que eran comunes para el ahora espanto Garci, como le dice Pedro, después de fumarse un segundo tabaco y  echarse unos tragos con el muerto.

Mi fama de soldado aguerrido y valiente -conversaba el  ahora amigo  espanto Garci- bien ganada en comprobada lides de combate en Araya contra corsarios franceses,  piratas ingleses, bucaneros  holandeses,   filibusteros irlandeses, traficantes y contrabandistas de toda maña y calaña y sin mencionar indios Caribe, Cumanagotos y Kariñas me hacen favorecedor de la atención del por  aquel entonces Teniente General de Nueva Andalucia  Joan Orpí i del Pou , Juan de Urpin de  estos dias; y  a quién en 1631 La Real Audiencia  de Santo Domingo  contrata  en nombre de la Corona y los Reyes como Adelantado  para  la conquista de aquel vasto territorio  que abarcaba desde el Río Neveri  hasta El  Río Unare y donde aquellos salvajes   cumanagotos estaban echando mucha vaina y jodían otro tanto.

Juan de Urpin se trae a Garci Ayala Yanes de Castro de Cumana como puede;  le ofrece villas y castillos y una ínsula de Barataria, ofrece pagar los tragos y algunas veleidades más y lo nombra  su Capitán;  y  es Garci Ayala Yanes de Castro  quién combate y recorre todo aquello ganando batallas, escaramuzas,  guerras, combates, pleitos, disputas  y en cuanto todo lo que hubiera  de haber con violencia sangre y pólvora éso era  con  él pero el asunto de la plata tratabala con  el gilipollas catalán  de Juan Urpin. Así su reputación con los años crece y se gana el apodo, remoquete si quieren,  bien ganado de Capitán Azogue. Sus enemigos decían que su mirada en
combate se tornaba a ese color  metálico y brillante - "  miraba cortaba y mataba " -: solían decir en Caigua.

Cuando entraba en combate. - el capitán Azogue: repetían en Guanipa -  era tal su reputación que al escuchar su nombre los enemigos huían despavoridos porqué su fama de despiadado le precedía  y se decía que no dejaba a nadie vivo, la mujeres las partía en dos y de los crios se bebía su sangre y a lo hombres los desmembrada en tantas partes como se diera el corte  y dabales con esto de comer a sus mastines.  Tal era la fama del Capitán  Azogue, el angelito que hoy tenemos acá de visita en purapaja por espanto.

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           YO MATE  A CAYAURIMA

Para terminar con tan buena reputación que de tanto se ufanaba  el caballero andante Capitán Garci  Ayala Yanes de Castro, mejor conocido como Capitán Azogue, al final, y para aliviarse  dijo en voz  queda estas palabras  para astringirse el corazón :

《- ¡ Yo asesiné a Cayaurima !.》

Y. Comentó su catarsis que al menos tendría 300 años de lento y prolongado efecto en el alma de aquel hombre, hoy compungido y afligido por el pesar que pronto descargará , en estas gloriosas páginas de PURAPAJA,  para aliviarse y marcharse  adonde  van los que buscan el perdón después del arrepentimiento:

《 La  muerte de Cayaurima 》
- narraba el capitán Garci Ayala  Yanes de Castro:
《 - yo asesinandolo un día y a los días  conocería a la hermana de Cayaurima,  la indómita  Apaicuar, fue ella mi redención ante tanta violencia y horrores, crímenes, violaciones e injusticias. Jure enmendar mis desaciertos y dedicarme al bien, pero el destino y los hombres decidieron mi suerte. Por eso estoy aquí  como anima en pena y vosotros sois mi  liberacion》

Cayaurima,  el hombre de quién os habló ,  voy a deciros  - viendo cara de sorpresa y más de ignorancia en sus interlocutores-  era para estos salvajes  más que un Cacique era un Dios de la guerra. Mantuvo a raya a todos los aventureros y codiciosos  enviados por el Rey y la Corona con la intencion de esclavizarlos. Venció a Don Diego de Zerpa en el 1569 enviado por el gobernador de la  Provincia de Caracas dejando la vida en estas tierras en prenda;  y  a su hijo  - 6 años después -  que vino con más gente y más pertrechos a vengar la muerte de su padre y dejó la  vida ,   también, en prenda por enfrentar a Cayaurima.

En desbandada huyó cobardemente  el más afamado y  aguerrido conquistador de aquel momento,  un abril de 1585, Don Garci-Gonzalez de Silva y recordando la vaina, casi  como una elegía  les decía :
<< - ese día una lluvia de flechas oscurecía el sol, de un lado, y  un fuego cerrado de arcabuces y pedreros del otro lado les respondían; pero los valientes Cumanagotos no retrocedían un palmo de tierra.》

Don Garci-Gonzalez de Silva regresó a Caracas con la vergüenza de la derrota, pero vivo.

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《Este es  Cayaurima 》,
les decía una u otra vez a Luís y Pedro - preocupados ya por la  intensidad de la luz inmaterial que  medía el tiempo del espanto,  y  - mientras - éste retomaba a  resumir la historia:

《 - Los indios resueltos a no darse por rendidos sino muertos en defensa  de su libertad  y decididos a avalar con sangre el coraje de sus antepasados  seguían a Cayaurima. El Dios de la Guerra. Unificador de todas las tribus Chaymas, Chacopatas, Cores  y Cumanagotos. Era Cayaurima el más valeroso y diestro de todos,  conocedor de estrategias de combates desiguales, astuto  e inteligente enfrentaba a hombres a caballo, armados de espadas y lanzas de acero  protegidos con su artillería de arcabuces y  pedrería que en  dispar desventaja enfrentaba con rudimentaria  piedras, flechas y macanas pero, eso sí, con mucho coraje》


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   BATALLA DEL JAGÜEY  MACORAN

El Concejo de Indias me había
encomendado - continúo narrando el Capitán Garci Ayala Yanes de Castro -  consolidar la conquista de ese vasto territorio que era Nueva Andalucia, en aquellos tiempos amenazados por los salvajes .

Guerreaba y peleaba  en esos duros dias contra las tribus de Los Cumanagotos  que, como sabéis, moraban y hacían de las suyas desde el Río Unare hasta El Río Neveri, región indómita por la fiereza de los salvajes que no permitían el andar entre La Provincia de  Nueva Andalucía y la Capitania de Caracas.


Con la intencion de pacificarlos y someterlos me vine desde Caracas  por tierra al frente de 160 soldados , 50 indios de mi encomienda,  más otros indios que reclutaba en Chacopata y que sumados no éramos más de  300  y 100 monturas, era todo lo que tenia;  desde nuestra partida , dando guerra y batalla una tras otra: víctimas  eran mis hombres de viles emboscadas, pozos de agua envenenados, quemas  de aldeas y las mortíferas flechas envenenadas con curare que causaban estragos en mis soldados.Con mucha perdida y desgaste a duras penas  llegamos a San Cristóbal  a la orilla del Río Salado,  el Guatapanare, o Neveri ó como gusteis llamar: en fin nunca son las mismas aguas.

Tan pronto los salvajes vieron  que acampamos, el Cacique  Cayaurima reunió a los Chaymas, Chacopatas, Cores y Cumanagotos y   nos atacó con más de 2000 indios armados de flechas, cerbatana y lanzas. El combate fue recio. Una lluvia de flechas se llevaron por delante a muchos de mis valientes  soldados y un fuego cerrado de nuestra artillería compuesto por arcabuces y pedreros con su estruendo de fuego y plomo  pronto dieron cuenta de  unos cuantos indios que valerosamente peleaban por su cacique. Cruenta y mortal lucha de 3 horas a la orilla del mar frente a Maurica.

Sin decidirse aun la batalla y cayendo la noche decidí retirarme precipitadamente  al pueblo de Crecrepe, sitio en el cual, al no cesar las acometidas de los indios, nos obligó a continuar marcha forzada  a Chacopata.Más desfallecidos y sedientos  buscamos refugio en el jagúey de Macoran.

No bien amaneció arreciaron los combates nuevamente. Cayaurima se presentó a  combate con 5000 salvajes, con refuerzos reclutados de las tribus cercanas;  macana  en mano y flechas
envenenadas batian al aire  golpenandolas produciendo tal guazàbara que amedrentaba al más valiente de los peninsulares cayendo muchos de ellos en pánico al solo escuchar el nombre de Cayaurima, que escuchaban como una letanía luego del batir de macanas..
Una lluvia de flechas mortíferas  envenenadas de curare  tapó el sol  reclamando sangre peninsular   y las nubes de metralla de piedreros  que escupían los versus de bronce y arcabuces se llevaron las vidas de los valientes salvajes.
Más aquellos eran tantos y más que sobrados sin miedo a morir. Que yo y los míos  barruntamos la derrota y nos veíamos comiendo polvo del  jagüey Camoran.
Y ya con la derrota encima, me vino la idea de aprehender a Cayaurima, a quien reconoci sin incertidumbres por su vistosa vestidura, por la complexión de su cuerpo y por el penacho de plumas de colores vivos que adornaban su cabeza. Y, ordené a varios de mis soldados más fuertes que lo apresaran.  El cacique Cayaurima, con su arrojo singular, le hizo frente a mis hombres y  quienes después de una fatigosa lucha  cuerpo a cuerpo, en la que  ya habia dejado la vida uno de ellos en manos de Cayaurima, lograron propinarle en la cabeza un certero golpe con la culata de un arcabuz que le hizo perder el conocimiento. .

Los salvajes al conocer la novedad del cautiverio de su cacique Cayaurima abandonaron  la guerra  y la victoria que bien ganada tenían y prestos fueron a cambiar  la libertad o la vida de su cacique por obediencia y sumisión a aquellos invasores con la esperanza a la  espera de mejor  oportunidad de liberarlo..

Y así  tan pronto como se pudo las condiciones y exigencias eran que Cayaurima era la garantía de  nuestra vida y haberes . Cayaurima debía permanecer en cautiverio, vejado y maltratado  y custodiado por siete de mis mejores soldados.

Nada más terminaron  los indios de construir casas y de  empedradar calles en la recién fundada ciudad de San Cristóbal, en la playa de Maurica  y a la desembocadura del  caño Salado, Neveri,  resolvimos en Junta ajusticiar a Cayauríma.


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           Ejecución  de Cayaurima


Yo mismo tomé en mis manos los preparativos para la ejecución de Cayaurima - aseveró con cara adusta  y severa el  capitán  Garci Ayala Yanes de Castro - y quién tanto perjuicio y daño habia  hecho a  nuestra  causa. Debia de ser ejemplar y causar temor y respeto entre aquellos salvajes.

Les cuento :
《 - " ordene que las piernas de Cayaurima fueran fuertemente atados al extremo de dos juncos inmediatos que, cimbrados previamente  para el objeto, fueren soltados después, y al adquirir su posición normal, desgarraron al cacique Cayaurima, cuyos extremos inferiores quedaron colgados de las puntas de ambos juncos "》.

Dicho esto la congoja y tristeza  reflejada en sus ojos ámbar, avellanados, se convirtieron en un silencio que estremeció la destartalada casa y  conmovió a Luís  y Pedro.


- Continuaba  el Capitán Garci Ayala Yanes de Castro ya con voz de melancolia y cuando no de una tristeza, el relató:
《 ...todos los miembros del cuerpo de Cayaurima fueron repartidos y enviados a las tribus de Nueva Tarragona: Chaymas, Cores, Chacopatas, Cumanagotos y hasta lejanos Kariñas y Guaiqueries;  desde Maurica hasta Chacopata y de allí a Caigua  hasta la vecina Cumana para amedrentar a  los indios....》


La respuesta  no se hizo esperar, de inmediato cundió el terror y la violencia :misiones enteras ardían, sembradios arrasados,   pueblos asediados y  los indios en verdaderas correrías salieron a vengar a  Cayaurima:   al más valeroso  y arrojado guerrero salvaje,  Cacique de los Cumanagotos,  indómito semidiós para su pueblo . Un desastre.


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       LA  INDOMITA APAICUAR


《Muerto Cayaurima, su arrojo y valentía en el combate, su muerte terrorífica y la traición a la palabra empeñada de los  invasores, con el tiempo, mutó en leyenda que se contaban por todos los pueblos de boca en boca;  a veces reunidos debajo de un árbol o detrás de un palenque, en un patio o en las noches desde un chinchorro: todos tenían noticias de Cayaurima, Dios de la Guerra.;  y su leyenda crecía como lengua de fuego en monte seco de tal manera que levantó a aquellos salvajes en rebeldía e insubordinacion. 》:-  eso narraba nuestro Capitán Garci  Ayala Yanes de Castro.

Andaba campeando y ese día  habían pasado por mi lanza no menos de 21  cumanagotos, indios, sin contar crios y mujeres que de igual los degollaba pero no contaban a la hora de sumar, si estos no se sometían a la Corona y al Rey por las armas pasaban.

A caballo y con lanza ensangretanda me encontré  a la entrada del jagüey  Macoran, donde un tiempo atrás  habíamos aprehendido al glorioso Cayaurima,  cuando una luz poderosa me cegó y me tiró al suelo derribandome de mi cabalgadura, y perdiendo la conciencia por largo rato y en esto sucedierome  cosas de extraños y difícil de relatar .

En cuanto pude desperté alerta y atento,  alcanzando a escuchar unas palabras, en un tono y forma  que pronto se revelaría en mi espirito, y que me preguntaba:-

《- ¿ porqué me  persigues.? 》

Permaneci ciego y sin otro consuelo en esa oscuridad de tres días  y sin otra  compañía más que las palabras dulces de una mujer que tiernamente me daba de comer y beber y cuando me hablaba la felicidad y la paz me embargaba: así eran sus palabras como la miel que sanaba el odio y cerraba heridas.
  No recuerdo más nada desde ese momento hasta que el hermoso rostro de la indómita Apaicuar vi por primera vez: sus ojos de caramelo, su piel  suave de un  tono que el sol da, el pelo negro liso y largo recogido en dos largas trenzas, miembros y contextura robusta que le daban un aire de Diosa: era la indómita Apaicuar, la hermana de Cayaurima,  princesa cumanagoto que me había abierto su corazón cuando yo más desvalido estaba:  dando la paz y amor  cuando yo le llevaba la guerra y la muerte.
Mi vida cambió de la mano con la indómita Apaicuar: pude apreciar ese otro mundo que se me ocultaba y que corría al lado mío sin revelarse. Comprendi  que habia servido a reyes, coronas y leyes que no eran justas y que aquellas gentes a las que asesinaba no entendían de aquellas galimatías.

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Conmigo se fueron tres hijos de Cayaurima y dos de la indómita Apaicuar que  crecieron como hijos nuestros y un hijo que me dio  y de nombre quiso llamarlo Garci Cayaupar; y todos nos fuimos a esta tierra donde estamos y donde construimos esta casa: la casa de los Ayala, Puente Ayala después, en tierras que me fueron encomendadas desde el mar hasta Naricual por ese lado y desde Caigua hasta  Chacopata, por este otro lado.

Vivir con la indómita Apaicuar era mantener una llama continua de valores que cada día se ponian a prueba en el diario faenar. Y así como les cuento es lo que  me decía para llevarme la contraria:
“Eso que a ti te parece bacía de barbero, me parece a mí yelmo de Mambrino, y a otro le parecerá otra cosa”.

Pero si algo solía refrescarme en mientis cada vez que de ser necesario fuere eran esta palabras aladas y que constituyeron un verdadero apostolado, santo y seña de vida en Puente Ayala:
《 .... La libertad, Garci, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres 》


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MUERTE DE GARCI AYALA YANES DE CASTRO



Trece años vivimos la indómita  Apaicuar y yo hasta cuando la vejez llegó, asi de esa manera en relativa paz y tranquilidad , hasta que la muerte inefable vino por mí y en mis sueños me decía:
《  -  Garci, soy yo la muerte, no te cagues - tampoco es tan malo, la tuya porque has de saber que cada quién tiene una muerte única y propia, la suya de cada quién y es la merecida. En tu caso, ¡ querido Garci ! - me decía cariñosamente mi muerte-  no es cierto lo que dice el populacho " si a hierro matas a hierro matas" ; olvídate de cuentos: te tenemos una muerte digna porque te has convertido en hombre de bien y,  pero - siempre hay un pero ¿ verdad, Garci ? -  hay cosas que tus muertos, los que asesinastes a mansalva y con tu acero, reclaman en la Corte Suprema de la Dignidad y es que no te puedes ir así de gratis como si no hubiera pasado nada: tus muertos merecen justicia,  eso lo entiendes ¿ verdad?.....》

Y en esto me reveló - mi muerte, comentó en inciso-  las circunstancias y el verdadero sentido de estar acá  con vosotros echando cuento de muertos y que no es otra que la vida no es vana  y merece que se aprenda de vida ajena y se instruya a otros,:- enfatizaba Garci Ayala Yanes de Castro.

《....Pasaras trescientos años asustando a cobardes y  valientes sobre la muerte terrorífica de Cayaurima; contarás como los miembros desmembrados  de Cayaurima caerán  uno a uno para comprobar el valor de los valientes que han tenido el coraje de escuchar este cuento sin huir despavoridos. Cuando esto pasé  y transcurran esos trescientos años, Garci, podrás unirte a Apaicuar y pasar la eternidad donde mejor te  parezca.》, así me me habló la muerte, mi muerte.


Y así como le conté todo esto así me despido do de uds con estas palabras prestadas de un contemporáneo mío, de Miguel el manco, voy de despedida:

Puesto ya el pie en el estribo,
con las ansias de la muerte,
gran señor, ésta te escribo…
" Ayer me dieron la extremaunción
y hoy escribo ésta:
el tiempo es breve,
las ansias crecen,
las esperanzas menguan
, y, con todo esto,
llevo la vida sobre el deseo que tengo de vivir…" ».

Y así, después de esas palabras prestadas, y  con los ojos sancochados, Luís y Pedro, sintieron nuevamente las  fragancias de rosas, geranios y azahar que dieron frescor a la casa destartalada  y en un ratico la luz intensa inmaterial se tornó diáfana, prístina, transparente y clara desapareció lentanente.




NOTA:
«Los personajes y hechos retratados en Pura Paja®   son completamente ficticios. Cualquier parecido con personas verdaderas, vivas o muertas, o con hechos reales es pura paja «.


Pura Paja® 

Twitter.  @alsanpo

Comentarios

  1. Cuándo y dónde empieza la ficción y realidad....entrando en estas crónicas derrepente soy uno de ellos... entonces es real ...o me quedaré desmembrada como el Capitán....

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