VINTAGE ( PAIS PROFUNDO )
VINTAGE
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La idea esotérica de que las ropas usadas guardan ciertas características de sus dueños entusiasma a cualquiera. |
Espasmo en el tiempo.
Por detrás de las penumbras del pasillo del centro comercial aparecieron hombres vestidos con pantalones por encima del estómago, suspendidos por tirantes negros a suerte de Clark Gable; más atrás una muchacha caminaba con una elegante prisa vestida con una crinolina rosada que caía más allá de la media canilla dejando aparecer unos Keds rosqueados ajustados con agujetas, rojas un zapato y el otro verde; al voltear un grupo multitemporal de jóvenes, ya ni tan jovenes, vi que tenían armada una multitudinaria algarabía del carajo y disfrutaban el acercarse y empujarse unos con otros y al pasar al lado me sobrevino al pensamiento, la palabra: " fauna ecléctica " , pues ninguno armonizaba en algo pues ni entre ellos: espléndidas copias de sombreros borsalinos curtidos engalardonados con plumas de pavo real; chicas deambulaban con las tetas suspendidas con sostenes de algodón reforzados con tiesas ballenas servían de sombra a marutos ensortijados; allí había de todo, al menos de 50 a 70 años para atrás, y pude ver cómo blusas confeccionadas de cortina transparente con ricas estampas de " flores de margarita " y haciendo juego con botoncitos forrados completaban el trabajo de mercería; armadores o crinolinas complementaban las enaguas - qué una vez guardaron el antaño pundonor atesorado - convertidos hoy en trajes de noche y día para siempre; zapatos Lucas, Super y Walk Over; zapatos de tacones Luis XIV que bastante twist habrían bailado en aquel desaforado tiempo; pantalónes carpinteros y overoles recortados; las muchachas con los lisos muslos al aire mostraban ligueros ausentes de medias de rombos de nylon que más de una mirada furtiva habría oteado algún caballero con discreta tolerancia; y hasta viejos bastones y sombrillas aparecieron haciendo juego con las bocas pintadas de risa loca y qué, con los pelos parados y tiesos terminaba adornado en la cimera por una pequeña rosa roja veteada de amarillo en tafetán de 7 pétalos, extructuraban una nueva fauna urbana.
"Se congelaron las personas en el tiempo y se transmutaron en imágenes del pasado que inquietarón el presente.."
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PAIS PROFUNDO
La crisis económica de estos últimos años, la pandemia, la ausencia de patrones de conducta y la necesidad de mostrar su descontento ha destapado una verdadera olla dónde se cocina un resurgimiento Vintage, con sus propias peculiaridades del País Profundo.
Antes de los años 50 la palabra vintage, nacida en el mundo del vino, era solo aplicable a carros y cosas cómo antigüedades; a partir de entonces muchas tiendas de ropa usada se apropiaron de esta denominación, lo que las elevó a una categoría especial.
El aspecto polvoriento y desaliñado de las prendas, lejos de verse como un inconveniente es un valor añadido gracias a las historias y aventuras que la imaginación desarrolla cuando pensamos en sus antiguos dueños y sus vidas; cosas cómo que te consigas una factura de Sears de 1956 ó un recorte del diario caraqueño La Esfera relatando algo de la caida de Pérez Jiménez ó a alguién que consiguió una balas calibre 38 (en un bolsillo de un paltó cruzado) exacerban el imaginario y lo retrotraen a la vida de un esbirro de de la Seguridad Nacional y en otro - con suerte, consigas - una lista de nombres de golpistas clandestinos, durante la Junta Patriótica, que uno se preguntará :
-- ¿ estará vivo, éste señor Ruiz Pineda?
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Asi pasaba un señor de quizás 45 a 60 años, vestido con un pantalón oscuro y de rayas finas muy tenues, con dobladillos debajo de la cintura y un grueso ruedo volteado arriba que remataba la confección y que yo diría que era el pantalón del flux con el que se casó. Calzaba unos tenis blancos, curtidos porqué fueron blancos, y ligeramente desgastados hacia los talones de suela fina, con las falanges onduladamente marcadas por el uso sobre la tela, y rematado lateralmente con dos finas rayitas de tela, cosidos a máquina esmeradamente en fino hilo, que avisaban sobre la calidad germana; sin medias. El fino cinturón, más bien angosto, de cuero constriñia al frente las arrugas del pantalón de casimir y las arrastraba hacia las nalgas que las mordía al caminar del tenis. Era el pantalón, al menos, 2 tallas más que las requeridas por aquel señor que lucía una franela blanca de cuello redondo marca Wilson, de huequitos cuál eficaz tamiz de mosquitos.Entró en la tienda fantástica.
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En pleno furor por los setenta, ochenta y noventa, cuyas infuencias surcan las pasarelas, negocios como Flamingos Vintage Kilo ofrecen una alternativa a la moda rápida y a buen precio. |
Al lado de mi mesa, que obstaculizaba la entrada de la tienda fantástica, se estacionó un trío de señoras, yo diria de mediana edad, respetables, y sin mucho que hacer, y todas empirofolladas de gimnasio y monos ceñidos a la piel simulando formas eróticas y deportivos zapatos de goma que brillaban iridiscente con las estrellitas salpicada de dorado áureo que la caracterizaba; y otros, menos, con dos cierres mágicos al frente con doble altura en la suela de goma y punta redonda que ya confesaba castigó.
Lucía la más madura, de entre todas, portando con garbo, un sombrero de paja rematada en flequillos que cortaban el viento, de ala ancha y dónde anidaban un racimo de uvas junto a una pera con una manzana muy roja guarnecidos por unas hojas de parra que formaban un tupido arregló floral kitsch en animé y para luego desparramarse al vacío: era para mí lo más parecido a una Carmen Miranda pero en plaza, Plaza las Américas digo de ésta languideciente Caracas; y, el sombrero, ligeramente inclinado hacia adelante prometía una sombra elegante a los lentes de plástico con cristales de acrilico oscuro, verdes claro difuminados, lujosamente rematado en letras doradas dónde se podía leer: Cacharel.
Mi preferida del conjunto era la morena clara, de canela natural por el aroma que exhudaba, con rostro oligocefálo y qué, en está ocasión, lucía sobre las cejas rasuradas dos líneas perfectamente alineadas en longitud y grueso que le llegaban hasta la la mitad de la frente y subían persiguiendo hasta dónde comienzan las huecos de la sien, por supuesto en negro brillante.Los labios oblongos, que nadie podía obviar, no dejaban de moverse por la continúa cháchara del trío y parecian, más bien, dos mariposas oblicuas rematadas por el rojo carmesi brillante que profusamente le cubría y terminaba en un fino hilo negro en las comisuras que la delineaba a punta de lápiz de cera.Me recordó lejanamente a mi amigó Nosferatu, que de esos gustos exquisitos hizo su imperecedero semblante icónico.
Remataba aquélla belleza atemporal su cabeza con el cabello cortado a ras, parcial por una parte, partiendo de una de las patas de la oreja, finamente enjaezada por un aro metálico que colgaba del lóbulo y cubierto por el patin del tiempo, y terminaba a la mitad de la bóveda del cráneo hirsuto promiscuo. Del otro lado del cráneo contrastaba con largos mechones de cabello, ora plateados y otro tanto azules con lilas y que a duras penas cubrían la insistente raiz de impoluto blanco, templados a fuerza de gelatina.
La tercera muchacha, ya entrada en años de seriedad, era más bien enjuta por ser más larga que flaca, más andrógina que la del grupo por el corte de pelo cortisimo y la simpleza de vestir; hoy andaba con chores largos de correr que cubrían el languido muslo tupido de arañas vasculares y calzaba sandalias doradas muy abiertas que le permitían compartir el último pedicura de color negro, que alternaba de dedo a dedo con rojo purpura, sobre las bien trabajadas uñas que asomaban una florecitas blanca hacia la desaparecida cutícula.Cubria su corta cabellera con una gorra negra de Hard Rock de los Miamis y cuya visera servía a sus vintage Wayfarer de apoyo, más bien de carey y cristales polarizados de tinte marrón.
Del rato que tenían allí caracareando las sentía cómo mía, yo era ya parte del grupo; y , hoy, se encontraban allí para renovar su ajuar en la tienda fantástica y que todos los sábados sorprende con novedades.
Todo aquella vestimenta y parafernalias le daba un carácter atemporal, indefinido y difícil en el almanaque.
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LOS BEATLES CON SU TRAJES VICTORIANOS DE SEGUNDA MANO.
Como vemos este asunto de la ropa usada, corotos y enseres, repuestos y toda suerte de vainas que no se consigue por escaso ó porqué no hay plata, ha trastocado la vida en un nuevo país profundo dónde la extinta clase media jodida y la alta en curso de terminar de joderse se encuentran con los marginales de siempre - habida cuenta son ellos los que hurgan y encuentran en los desechos y botaderos - en estos nuevos centros comerciales involucióndos hacia una nueva economía marcada por la necesidad y precariedad.
No solo la economía, y la plata, y más fuerte es el cambio de gustos, de ética y moral, de ideosincracia, de modo de ver la vida y, podemos decir, en general lentamente esta surgiendo una nueva sociedad la de " El país Profundo ", un país que busca formas de protesta y el Vintage es una de ella: lamentablemente silenciosa pero palpable.
Desde PURAPAJA hacemos votos para que tengamos un país, en sindéresis, ya no profundo y si de prosperidad y dónde la tolerancia, la libertad y el disfrute de la propiedad privada serán las bases.
Pura Paja® en @alsanpo
http://purapajaetc.blogspot.com
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