LA IGUANA BEBE 

      

 Ya me duché.


 Pero que cosas tiene este apartamento y de susto: está rodeado de árboles que cubren la vereda que linda con un canal de ésos que hay olvidados en esta ciudad del mar,  entre matorrales y manglares, oscuro él y cargado de densidad inéscrutable, que no permite ver más allá del grueso limo que permanece inmóvil sobre el espejo de agua desde que pasó la última lancha creando olas que inquietan  a los moradores de la orilla.Las iguanas, estás deben ser marinas y arbóreas, porque igual se escabulle entre las olas como saetas y trepan perdiéndose entre el  tupido follaje de los manglares.


Aún desnudo y secandome dentro del la ducha sentí que me miraban y la mirada era tan profunda y pero tan insistente que me vi obligado por las circunstancias en buscar al indiscreto Observador. Me sequé la cara, me estruje el pelo lo más rápido y traté de ocultar con la toalla las partes intimas que no intimidan a nadie. Abrí más la puerta de la ducha tratando de no hacer ruidos más allá que rodar la puerta y busqué afanosamente y no, nada, consegui descubrir al indiscreto Observador. 


Pero nada: al dar un pie fuera de la ducha lo ví. Estaba allí con los ojos saltones, completamente inmóvil como si quisiera pasar por un objeto inanimado. Tenía los ojos  blancos, no parpadeaba,  pero su iris no era circular y si longitudinal. Yacía allí sobre la fría  cerámica  y de cuerpo verde con  un largo rabo que determinó lo que era: un bicho.


 Trate de saber que bicho era y no di.  

Largo rato lo observé, y el bicho me miró impávido también, y de tanto verle el rabo descubrí que no era una salamandra o un mato: pero era una iguana bebé. 


Pensé en adoptarla y darle abrigo y cuidarla. Me pregunté que podría darle de comida y dónde la  acostaria y esas cosas que los padres piensan cuando tienen un hijo.


 Pero no.


  Pero me embargó el sentimiento de culpa: y  sí su mamá la buscaba ? y lloraba  desesperada, desconsolada como lloran los padres cuándo no saben que hacen sus hijos, por su bebé iguana. 


Nada se me ocurrió y me apresuró el dolor ajeno como un acicate para resolver.


Cómo pude la recogí, con cuidado, y sentí el temor de la bebé iguana por su vida pues corría de un lado huyendo apavorida  de cualquier desgracia inminente. Trate de consolarla susurrando imitando el idioma de iguana y aparentemente se tranquilizó.



 La puse en el jardín, sobre la grama. verde bajo la mata de coco, al lado del canal para que su instinto la llevará a su mamá. Allí permaneció largo tiempo,  cómo si fuera un objeto inerte, sin vida,  y hasta que se recuperó con el solazo que recibió: me complacio sobre manera. 


Debe estar con su mamá ahora, pensé por un momento, y cuál no sería mi desespero al verla acorralada por el  gato negro, que todas las noches se pasea por el jardín de grama verde con sombra de cocotero, y que hoy estaba a pleno sol allí.


                      🔥🔥🔥🔥

               

Los personajes y hechos retratados en Pura Paja®   son completamente ficticios. Cualquier parecido con personas , vivas o muertas, o con hechos reales es pura paja «.

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