EL MONAGUILLO SACROSANTO
Había una iglesia en alguna parte de Sucre, a la orilla de una playa quizás entre Cariaco y Río Caribe, cuyo nombre no puedo nombrar y prefiero olvidar, y dónde vivía un fervoroso cura de dilatada dedicación a su feligresía.
Lo que les cuento es veridico y sucedió en aquel tiempo de cuándo había respeto y las señoras llevaban velo, con un rosario en mano y un catecismo en el otro, y no se permitía a las damas ingresar al recinto en pantalones.
Nunca había faltado a ninguna Eucaristía de las tantas que había celebrado pues ya tenía casi 63 años, el padre Julián Segundo: los cumplió el 28 de julio de este año, pero cayó enfermo y por desgracia de sus feligreses no había más nadie en su entorno religioso que un distraído y pícaro monaguillo, de ésos que pasan el cepillo en la iglesia y pillan limosnas y por impertinentes maraquean tres veces la cestica de limosnas, cómo para intimidar, y se queda mirando a los ojos abortagados de los feligreses que no salían de su asombró ante la actitud del monaguillo que los abochornaba en público.
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Total, cuento corto o no, el cura fervoroso encomendó al monaguillo pícaro la eucaristía del próximo domingo con cierta precaución, culillo digamos, y no fuera a salirse de la liturgia de ése domingo, del protocolo pensaba, y menos decir vainas inconvenientes.
En efecto, previendo cualquier desmesura del monaguillo, el pícaro, y viendo que a esté le temblaba el ánimo y no sintiéndose a la altura de la situación le pidió al fervoroso cura, que estaba jodido con dolores de hemorroides. Le rogó, le pidió, le imploró de rodillas que le ayudará en la celebración de la misa pues, aludía él, sintiéndose no estar preparado para llevar y celebrar una misa, causa obvia.
El padre Julián Segundo viendo la situación que se encontraba tanto la feligresia, la iglesia, el monaguillo y pendiente que la Eucaristía fuera de la devoción autóctona de aquéllas gentes que en Cristo y por Cristo asistían, tomó precauciones.
Se ingenió una vaina, un artilugio, para solucionar y he aquí la tremabunda idea, vean y juzguen por uds mismos:
mediante un guaral larguísimo pero eficiente que acortaba la distancia desde el púlpito a la sacristía, dónde pasaba el cura los estertores de su fiebre hemorroidal en una hamaca, y le ha hecho un lazo, de tal forma y eficiente nudo corredizo, alrededor de las bolas que al halar el fervoroso cura el Guaral el monaguillo podría percibir y sentir que estaba cometiendo una imprudencia, un desafuero o, si se quiere, un pecado de ésos que se perdonan pero no se olvidan.
Así las cosas, comienza la misa, los feligreses acuden y no queda un sitio sólo sin ocupar para ver aquél aderezo de misa que Dios ha improvisado en Fé, pero constante de sus hijos.
La iglesia está llena de gente, el incienso cunde y llena el olfato, los cirios ardían y las viejas con sus rosarios rezaban plegarias sudando el calor penitente; y aquélla vaina iba de lo mejor.
Los que estaban de rodillas se sentaron y los que estaban sentados se pararon de un sólo brinco para ver al monaguillo en el púlpito engalanado con sotana roja y roquete de blanco lienzo fino con mangas anchas que le daba apariencia de cardenal con aquélla indumentaria.
Los feligreses estaban boquiabiertos y unos de la sorpresa, otros estaban encantados por el cambio del monaguillo y los últimos se persignaban ante la ausencia del padre Julián Segundo:
-Dónde está el padre?.,se preguntaban impávidos con angustia en el rostro.
Pero todos expectantes.
Le tocaba al monaguillo, con su guaral en las bolas, predicar la homilía dominical, y comienza con santiguarse, se arrodilla y bendice el caliz, Padre nuestro por delante.. amén....., habla y mira al techo de la iglesia - que ese momento le parecía más alto que de costumbre - buscando más que palabras redención:
: - Cristo que dio su vida por nosotros en la cruz, una CRUZ ENORME DE 200 METROS, Y SU SANGRE DERRAMÓ....*"
Al instante sintió un templon de bola por embustero y fue tan grande el templon que el monaguillo cerró los ojos de dolor y respondió al templon:
:-- En la infinita misericordia, la Cruz gigante se puso chiquitica.
Otro templon de bola, que le arrancó una lágrima que conmovió a la devocionada feligresía.
Se sintió un rumor y el clamor colmó a la iglesia:
:- Alabado sea el Señor, Amén .
El monaguillo se llevó las manos al pubis y llorando se dirigió a la feligresia.
:-imploro por el favor de Dios y sus milagros, suelta el guaral."
Desta manera de hacer las cosas - a causa de una imprudencia, un desafuero o, si se quiere, un pecado de ésos que se perdonan pero no se olvidan - y después de varias jaladas que las que el padre Julián Segundo disfrutaba un mundo, católico por supuesto ya el escroto se había ablandado, tomo un color opiáceo , se hinchó y un sopor inundó al espíritu de combate del monaguillo y se la jugó, en el sermón siguiente.
Pasado el jalón de bola , recuperándo ya del ardor en el escroto, y tratando de estar a la altura del compromiso, prosigio con el salmo de Mateo 19, 23:
-- es más fácil que una bola pase por el ojo de una aguja, que un cura entre en el Reino de los cielos".
Un: - ! Ay, mi Madre purísima !,
el dolor del monaguillo estremeció a la iglesia en un gritó que enardecio a la feligresia que contemplaba a aquél monaguillo padeciendo por el amor a la Santa Iglesia .
Se sintió un rumor y la ovación colmó a la iglesia:
:- Alabado sea el Señor, Amén.
En un éxtasis de fervor, nunca visto en aquélla iglesia , corrieron al púlpito y levantaron al monaguillo que en rodillas lloraba por el dolor de bola postrado en el piso: apenas lo levantaron el monaguillo sintió el templon de bola que arrastró rodando por el piso el escroto colgado al Guaral a la sacristía dónde se ocultaba el padre Julián Segundo - en guardia de moral y Fé católica - y un hilo de sangre afloró en el Santo Altar.
Milagro, un milagro, sangre de Cristo:- se dejó escuchar detrás del monaguillo que en hombros era llevado a dar una vuelta por la plaza Bolívar para celebrar tan magno acontecimiento:
! Un milagro, milagro, sangre de Cristo !
La sangre de Cristo había bendecido al pueblo y aquél remoto lugar de Sucre, a la orilla de una playa quizás entre Cariaco y Río Caribe, cuyo nombre no puedo nombrar y prefiero olvidar, nunca jamás sería igual.
Aquél pueblo se llenó de peregrinos que venían de Caracas y más lejos cómo de Maracaibo, aparecierón orfebres y artesanos frente a la iglesia elaborando muñecos de monaguillo, buhoneros ofreciendo cruces rojitas bendecidas por el cura, el raspadero no se daba bastó y el que hacía tetas de tamarindo vendía todo a su real gusto y precio con un hilo de rojo de membrillo que conmemoraba la sangre de las bolas del monaguillo y el templete no dejaba de sonar con el estribilo:
'"🎵 La sangre viene de una bola
y de la otra bola más que bien
si ha este pueblo has de venir
a gozar una bola y otra también.🎵"
Del monaguillo no se supo nunca más nada que no sean las bolas que dejó colgando en la sacristía como testigo mudo de Fé en la iglesia del Señor. De nuestro cura fervoroso logró curarse las hemorroides a punta de bendiciones a crucifijos rojitos.
Después con los años llegó a saberse que el monaguillo fue declarado beato y el Vaticano andaba buscando la sangre y las bolas para atestiguar aquél milagro en el remoto pueblo del Estado Sucre, a la orilla de una playa quizás entre Cariaco y Río Caribe, cuyo nombre no puedo nombrar y prefiero olvidar.
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